Uno de los sueños que relata Robert Johnson en su biografía escenifica una especie de juicio final en el que los ángeles tratan de justificar todo lo errado y malogrado de su vida con un único argumento: "Pero amó..."
Creo que, en la suya y en todas las vidas -incluída la mía- es el único argumento salvador. El único capaz de disipar miasmas de niña malcriada, e inclinar la balanza hacia lo que vale la pena.
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