No son de nadie,
las cosas.
Sólo llegan,
de paso,
para quedarse un rato.
Se remansan,
las cosas,
en tu vida,
permnecen
y siguen su camino.
El coche
viejo,
la ropita
pequeña
de tus hijos,
el anillo
de bodas
de la madre,
tu medalla
de niña,
los libros
olvidados
en la última
mudanza.
La cosas
cargadas
de tu aroma,
cargadas
de tu alma,
las cosas
qué son ellas,
únicamente ellas,
fluyendo
por las vidas
de la gente,
fluyendo
por el tiempo,
fluyendo
por el río
de las cosas
que nunca
se detiene.
A.S.
(De: Una mujer mayor)
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