El ser humano en general, y cualquier ser humano en particular, se merecen sin discusión un Oscar.
Por vivir con consciencia, pero sin saber.
Y, a pesar de todo, amar, cuidar, trabajar, crear, resistir, reír a veces, apreciar la bondad, la verdad y la belleza, abrir el corazón, contener, atreverse.
Seguir buscando, aprendiendo, caminando.
Surfear el dolor, el miedo, la impermanencia y la pérdida con una dignidad apabullante.
Vivir a ciegas.
Morir a ciegas.
Y más.
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