En el caos del cambio, también el cuerpo se remueve y se enferma.
Emergen a la superficie posos antiguos, del alma y de la materia.
La fiebre, ese fuego de la cocina interior, va oficiando su alquimia, al tiempo que los sueños se agitan y escenifican metáforas de paisajes que buscan un orden y una comprensión diferentes.
Después... Dios dirá.
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