Se presentan
los cambios
inesperadamente,
como esos huéspedes
molestos
que llegan
sin aviso
a la hora de comer.
Se presentan
cargados de demandas,
indiferentes
a nuestro criterio,
en su exigencia de comida y cama,
manutención y sueldo
-a nuestra costa-,
cuidado y atención.
Llegan para quedarse,
mudan
de su lugar los muebles,
se apropian
nuestros libros
y nuestro
ordenador.
Mala gente,
los cambios,
incluso los mejores,
en su molesto
empeño
de echarnos,
a empujones,
de lo que nuestra vida
fue.
A.S.
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