Nota: Cuando en este artículo me refiero al sueldo de los políticos, se sobreentiende que la crítica va dirigida a una clase política extractiva, profesionalizada y llena de privilegios autootorgados, no a los miles de honrados alcaldes, concejales, militantes y servidores públicos en general que, además de ganarse la vida en sus profesiones, ponen su tiempo, su buen hacer y su esfuerzo al servicio de los demás.
Últimamente se oye por las tertulias televisivas, esas donde los plumíferos van a redondear los ingresos y, de paso, a ver si crean "opinión" entre la peña, la especie de que los políticos españoles cobran poco.
Cobran poco, angelicos míos, y de ahí el nefando peligro de que se vean tentados por los sobres, las comisioncillas et al., cosa que no ocurriría caso de estar bien retribuidos, como sus hermanos mayores, los dirigentes de los países de verdad, tipo Alemania o EEUU, que dónde vas a comparar tú lo que gana el Obama o la Merkel con lo que allega el desgraciado de Rajoy, o sin ir más lejos, la Cospedal o el Rubalcaba.
Además, abundan los tertulianos en esos debates de tanta altura y enjundia, cómo va la mejor gente a dedicarse a la política, cuando para hacerlo tendría que renunciar a la pasta gansa que darían a alguien de sus cualidades en la privé, para conformarse con las miserias con las que al parecer malretribuimos en este ex-país a los servidores píblicos (dicho sea casi sin cachondeo lo de servidores públicos).
En fin...
Sin mencionar el hecho, obvio para cualquiera que sepa sumar, restar y contar con los dedos, de que en este país también los médicos, maestros, abañiles, fontaneros, bibliotecarios, chófereres de autobús, profesores de aerobic, dependientes de comercio, y casi cualquier otra profesión que se os pueda ocurrir (con alguna excepcioncilla, como los banqueros y gente afín) cobra menos que en Alemania y EEUU, y que por ende, no parece de recibo que los políticos cobren lo mismo que allí (ya no parece de recibo que cobren lo que cobran aquí), las demoledores realidades de los seis millones de parados, los suicidios por desahucios, el hambre pura y dura, y, en suma, la inmensa tragedia social en la que se encuentra este país (de la cual, por cierto, esos malpagados políticos son responsables en gran medida), deberían bastar para que estos infraretribuídos señores y sus plumíferos lacayos tuvieran la decencia de estarse calladitos. Aunque fuera por vergüenza torera.
Pero, por lo visto, es demasiado pedir.
El otro argumento, el de que la "mejor gente" prefiere dedicarse a "la privada" porque así gana más, merece una mayor reflexión.
En primer lugar, delata todo un sistema de valores ese concepto de que "la mejor gente" para dirigir un país sea la que está más interesada en el dinero, al punto de renunciar al sevicio público en aras de la cuenta corriente.
A mí esa no me parece "la mejor gente". Y desde luego, no es la gente que quiero que dirija el rumbo de mi país. A mí, la gente verdaderamente "mejor" me parece los Mandela, los Gandhi, los Luther King, las Campoamor, los Lincoln, y otros de su especie, de los que nunca se supo que el dinero les moviera un pelo.
O, para que nadie diga que exagero, la gente como los miles de hombres y mujeres que se la jugaron en el franquismo , que arriesgaron su vida, su liberad y su trabajo, buscando un futuro que valiera la pena para todos. O los que ahora integran los movimientos sociales que están tratando de contarrestar, con las manos desnudas, esta... inmundicia que nos tratan de colar esos "políticos empobrecidos y sacrificados".
A la que a mí me parece la "mejor gente" le importa un pito el dinero, y no sólo está dispuesta a ganar menos que "en la privada" a cambio del privilegio de una vocación de servicio, sino que nunca ha tenido inconveniente en sostener de su propio bolsillo las causas en las que cree.
Esa es la gente que quiero en la política.
Esa es la gente que quiero en el servicio público.
Y esa gente existe, ahora como siempre.
Y, si no se dedica a la política, es porque los aparatos corrompidos de unos partidos que han perdido todo sentido, y que privilegian el servilismo y a fidelidad al capo de turno, sobre el servicio y la decencia, les impedirían, les impiden de hecho, llegar a los puestos de responsabilidad.
Y porque las leyes están hechas para perpetuar esta situación.
Y, por qué no decirlo, por asco.
Asco de juntarse con lo que hay que juntarse y tragar lo que hay que tragar para llegar a alguna parte en política.
Así que lo que los plumíferos del sistema entienden por "la mejor gente", por mí, puede quedarse en la "privada" acumulando beneficios hasta el fin de los tiempos.
Yo quiero en política a las Ada Colau, a los 15M, a la gente de Attac, a la ciudadanía organizada y a los nuevos dirigentes que están surgiendo de la base, cargados de fuerza moral y que conocen de vardad las necesidades de la población
Esa es la "mejor gente" que quiero para mi país. Gente que, seguro, además, que no va a discutir por cuestiones de dinero.
Aunque cobren menos que la Merkel.
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