Poco a poco, la copiosa catarata de cambios duros y decisiones aún más duras que ha tenido a bien inudar mi modesta parcelita de vida en los últimos tiempos, se va asentando, y las cosas parecen estar poniéndose (más o menos) en su (nuevo) lugar.
Prácticamente, no ha quedado rincón del gallinero sin remover.
Pero aún quedan... una cosilla o dos.
Las más difíciles, me temo.
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