No hay manera de llegarse a la muerte.
No mientras se está vivo.
Me asomo a sus fauces.
La veo a mi alrededor.
Acompaño a los que mueren y a los que acompañan a los que mueren.
La noto, la siento, la huelo cuando se acerca.
Pero su misterio se mantiene intacto.
jueves, 28 de febrero de 2013
De nada
Me estoy llenando de nada.
De nada excepto lo que ocurre.
O tal vez sea que me lleno de lo que ocurre porque nada estaba dentro antes.
Sea como fuere, cada vez cuestiono menos.
Para lo que me iba a servir...
De nada excepto lo que ocurre.
O tal vez sea que me lleno de lo que ocurre porque nada estaba dentro antes.
Sea como fuere, cada vez cuestiono menos.
Para lo que me iba a servir...
martes, 26 de febrero de 2013
Cachorritos
Cincuenta incubadoras.
Cincuenta cachorritos humanos.
Cincuenta diminutos milagros en pañales.
Cincuenta universos recién nacidos luchando por sobrevivir.
Cincuenta inmensidades pequeñitas de pura ternura, de puro dolor, tragedia, belleza y maravilla.
Cincuenta cachorritos humanos.
Cincuenta diminutos milagros en pañales.
Cincuenta universos recién nacidos luchando por sobrevivir.
Cincuenta inmensidades pequeñitas de pura ternura, de puro dolor, tragedia, belleza y maravilla.
Constatación
Constato que la cabeza me funciona cada vez menos.
Aclaro: No se trata (creo) de un Alzheimer precoz, porque para lo cotidiano funciono tan bien (o tan mal) como de costumbre.
A lo que me refiero es a que no hay teoría, Dios, tesis, antítesis, síntesis, hipótesis, religión, irreligión, modelo, camino, vía, imagen o lo que sea o fuere, inventado o por inventar, que me crea lo más mínimo o me valga para nada relevante.
Hay lo que hay.
Sucede lo que sucede.
Nacimiento. Vida. Muerte. Impermanencia.
Loqueesloquehayloqueestáloquetocaloqueloqueloque...
Estoy más escéptica de lo que he estado nunca (y siempre lo he estado bastante).
Pero puedo maravillarme.
Y puedo com-padecer.
Y puedo atestiguar.
Y puedo servir.
Y puedo amar.
A la gente.
Al mundo.
Al temple deslumbrante del espíritu humano.
Al deslumbrante ser de todas las cosas.
Aclaro: No se trata (creo) de un Alzheimer precoz, porque para lo cotidiano funciono tan bien (o tan mal) como de costumbre.
A lo que me refiero es a que no hay teoría, Dios, tesis, antítesis, síntesis, hipótesis, religión, irreligión, modelo, camino, vía, imagen o lo que sea o fuere, inventado o por inventar, que me crea lo más mínimo o me valga para nada relevante.
Hay lo que hay.
Sucede lo que sucede.
Nacimiento. Vida. Muerte. Impermanencia.
Loqueesloquehayloqueestáloquetocaloqueloqueloque...
Estoy más escéptica de lo que he estado nunca (y siempre lo he estado bastante).
Pero puedo maravillarme.
Y puedo com-padecer.
Y puedo atestiguar.
Y puedo servir.
Y puedo amar.
A la gente.
Al mundo.
Al temple deslumbrante del espíritu humano.
Al deslumbrante ser de todas las cosas.
lunes, 25 de febrero de 2013
Excepto amar
Pequeñito, pálido, ligero, M. agoniza en brazos de su mamá.
Hace apenas un mes que llegó a este mundo.
Las lágrimas de la madre caen lentamente sobre la mantita que envuelve al bebé.
Nada que decir
Nada que hacer.
Excepto estar allí.
Excepto llorar con ella.
Excepto amar a esa mujer y a ese chiquitín que se va.
Excepto amar, sencillamente.
Hace apenas un mes que llegó a este mundo.
Las lágrimas de la madre caen lentamente sobre la mantita que envuelve al bebé.
Nada que decir
Nada que hacer.
Excepto estar allí.
Excepto llorar con ella.
Excepto amar a esa mujer y a ese chiquitín que se va.
Excepto amar, sencillamente.
domingo, 24 de febrero de 2013
Migración
Si miro los últimos años, y este tiempo en el que aún me encuentro inmersa, me parece que no he parado de migrar.
De migrar desde una vida que yo no sabía que se acababa, pero que se acababa, a otra que no termina de empezar, de definirse, de dar la cara y decir "aquí estoy yo, y soy de esta manera".
Y mientras tanto, es un no parar de andar.
Es un no parar de recoger la tienda de campaña y salir de un terreno tras otro que, por momentos, pierden solidez.
Es un no parar de saber que lo más difícil, lo verdaderamente difícil, está aún por delante.
Si es que vuelve a haber algo fácil alguna vez.
De migrar desde una vida que yo no sabía que se acababa, pero que se acababa, a otra que no termina de empezar, de definirse, de dar la cara y decir "aquí estoy yo, y soy de esta manera".
Y mientras tanto, es un no parar de andar.
Es un no parar de recoger la tienda de campaña y salir de un terreno tras otro que, por momentos, pierden solidez.
Es un no parar de saber que lo más difícil, lo verdaderamente difícil, está aún por delante.
Si es que vuelve a haber algo fácil alguna vez.
viernes, 22 de febrero de 2013
Universos de cristal
Un bebé de 800 gramos en una incubadora.
Empujado de hoz y coz a un mundo para sobrevivir en el cual le falta tanto -tantísimo- para estar preparado.
Lo contemplo, abrumadoramente minúsculo e inmaduro en su universo cerrado de cristal, y me pregunto si sobrevivirá.
Y, si lo consigue, si consigue sobrevivir, qué secuelas le dejará lo apresurado de su entrada en esta vida humana, tan despiadada y difícil.
También para la gente pequeñita e indefensa.
Sobre todo, para la gente pequeñita e indefensa.
Empujado de hoz y coz a un mundo para sobrevivir en el cual le falta tanto -tantísimo- para estar preparado.
Lo contemplo, abrumadoramente minúsculo e inmaduro en su universo cerrado de cristal, y me pregunto si sobrevivirá.
Y, si lo consigue, si consigue sobrevivir, qué secuelas le dejará lo apresurado de su entrada en esta vida humana, tan despiadada y difícil.
También para la gente pequeñita e indefensa.
Sobre todo, para la gente pequeñita e indefensa.
miércoles, 20 de febrero de 2013
Un territorio salvaje e inexplorado
Mañana de reuniones, buenas y malas caras, despedidas, presentaciones, nuevos proyectos y nueva vida (laboral). Y es que aún dentro del mismo Hospital, si es tan enorme como éste, caben muchos mundos.
Ahora voy a explorar el universo de las Unidades de Cuidados Intensivos, desde la neonatal a la de adultos.
El lugar de la crisis por excelencia: El encuentro (muchas veces inesperado) con la posibilidad de la muerte. Y, en un amplio porcentaje de casos, el encuentro directo con la muerte.
Me siento como el que se va a vivir a la frontera de un territorio salvaje e inexplorado.
Llena de respeto, fascinación y una especia de terror sagrado.
Ahora voy a explorar el universo de las Unidades de Cuidados Intensivos, desde la neonatal a la de adultos.
El lugar de la crisis por excelencia: El encuentro (muchas veces inesperado) con la posibilidad de la muerte. Y, en un amplio porcentaje de casos, el encuentro directo con la muerte.
Me siento como el que se va a vivir a la frontera de un territorio salvaje e inexplorado.
Llena de respeto, fascinación y una especia de terror sagrado.
martes, 19 de febrero de 2013
Amen
"El perfil del nuevo Papa, en mi opinión, no debe ser el de un hombre de poder y ni un hombre de la institución. Donde hay poder no existe amor y la misericordia desaparece. Debería ser un pastor, cercano a los fieles y a todos los seres humanos, independientemente de su situación moral, política y étnica. Debería tener como lema las palabras de Jesús, que ya he citado: "Si alguno viene a mí, yo no le echaré fuera", pues Jesús acogía a todos, desde a una prostituta como Magdalena hasta un teólogo como Nicodemo. No debería ser un hombre de Occidente que ahora se ve como un accidente de la historia, sino un hombre del vasto mundo globalizado que sienta pasión por los pobres y el grito de sufrimiento de la Tierra devastada por la avaricia consumista. No debería ser un hombre de certezas sino alguien que animase a todos a buscar los mejores caminos. Lógicamente se orientaría por el Evangelio pero sin espíritu proselitista, con la conciencia de que el Espíritu siempre llega antes que el misionero y el Verbo ilumina a todo hombre que viene a este mundo, como dice el evangelista San Juan. Debería ser un hombre profundamente espiritual y abierto a todos caminos religiosos para juntos mantener viva la llama sagrada que existe en cada persona: la presencia misteriosa de Dios. Y, por último, un hombre de profunda bondad, al estilo del Papa Juan XXIII, con ternura por los humildes y con firmeza profética para denunciar a aquellos que promueven la explotación y hacen de la violencia y de la guerra instrumentos de dominación de los demás y del mundo."
Leonard Boff
Los resaltados son míos.
Leonard Boff
Los resaltados son míos.
Con buena voluntad
"Nunca se hace el mal tan perfectamente como cuando se hace con buena voluntad."
(Blaise Pascal)
(Blaise Pascal)
Pequeño poema de amor
Las yemas
de los dedos
se mueven
solas,
rozando
apenas
una erizada
calidez.
Perdida
por el paisaje
de tu mirada,
sólo
el temblor
bajo mi mano
me hace
consciente
de mi caricia
y tu deseo.
A.S.
de los dedos
se mueven
solas,
rozando
apenas
una erizada
calidez.
Perdida
por el paisaje
de tu mirada,
sólo
el temblor
bajo mi mano
me hace
consciente
de mi caricia
y tu deseo.
A.S.
lunes, 18 de febrero de 2013
Mundos de pedernal
La falta de ternura de los que creen que saben.
De los que ya lo tienen claro.
De los que dividen el mundo y la experiencia en dos nítidas zonas: "lo que ya no" y "lo que al fin sí".
La incapacidad de cimentar y construir, de sembrar y cosechar, de acumular en dinámica y en proceso, de quienes descubren la pólvora cada cuarto de hora, y aprovechan para quemar con ella la tierra a sus espaldas.
Una imagen del mundo en blanco y negro que cercena la ambigüedad del matiz.
Pero, sobre todo, una imagen del mundo falta de ternura. Para todo lo que escapa a la mirada frontal, presentista, cortada en duras aristas de pedernal.
De los que ya lo tienen claro.
De los que dividen el mundo y la experiencia en dos nítidas zonas: "lo que ya no" y "lo que al fin sí".
La incapacidad de cimentar y construir, de sembrar y cosechar, de acumular en dinámica y en proceso, de quienes descubren la pólvora cada cuarto de hora, y aprovechan para quemar con ella la tierra a sus espaldas.
Una imagen del mundo en blanco y negro que cercena la ambigüedad del matiz.
Pero, sobre todo, una imagen del mundo falta de ternura. Para todo lo que escapa a la mirada frontal, presentista, cortada en duras aristas de pedernal.
Contar lo que uno ha visto
"Recuérdalo tú y recuérdalo a los otros".
(Luis Cernuda)
“Recordar y contar lo que uno ha visto, esforzándose por no mentir y por no halagar y por no dejarse engañar uno mismo por el resentimiento o por la nostalgia, es una obligación cívica”
(Antonio Muñoz Molina)
(Luis Cernuda)
“Recordar y contar lo que uno ha visto, esforzándose por no mentir y por no halagar y por no dejarse engañar uno mismo por el resentimiento o por la nostalgia, es una obligación cívica”
(Antonio Muñoz Molina)
Esto que nos está pasando
Quisiera ser
lo bastante
poeta
para contar
esto
que nos está pasando.
Para que no se olvide
nunca.
Para que lo sepan
los que vendrán.
Contar que hubo una vez un ministro
que quiso declarar delito
ayudar
a los emigrantes
sin papeles
(Antes, una mujer
les había negado
el derecho
a la salud).
Que echaron
de sus casas
a cuatrocientas mil
familias,
pero las obligaron a seguir pagando
lo que les habían
quitado.
Que trabajar
cada vez
más horas
por menos
dinero
y con menos
derechos,
llegó a considerarse
un privilegio
en medio
de un océano
de paro
y de miseria.
Que los suicidios
de personas
abrumadas
por la inhumanidad
y la desesperación
acabaron
por no ser
noticia
para nadie.
Que la gente,
la hermosa
gente,
que afrontó
con las manos
desnudas
tanta
infamia,
hizo
lo que debía,
triunfó
o fracasó,
y volvió
como pudo
a sus vidas,
sin importarle
un rábano
que la Historia
ignore
por entero
sus nombres
y motivos.
A.S.
lo bastante
poeta
para contar
esto
que nos está pasando.
Para que no se olvide
nunca.
Para que lo sepan
los que vendrán.
Contar que hubo una vez un ministro
que quiso declarar delito
ayudar
a los emigrantes
sin papeles
(Antes, una mujer
les había negado
el derecho
a la salud).
Que echaron
de sus casas
a cuatrocientas mil
familias,
pero las obligaron a seguir pagando
lo que les habían
quitado.
Que trabajar
cada vez
más horas
por menos
dinero
y con menos
derechos,
llegó a considerarse
un privilegio
en medio
de un océano
de paro
y de miseria.
Que los suicidios
de personas
abrumadas
por la inhumanidad
y la desesperación
acabaron
por no ser
noticia
para nadie.
Que la gente,
la hermosa
gente,
que afrontó
con las manos
desnudas
tanta
infamia,
hizo
lo que debía,
triunfó
o fracasó,
y volvió
como pudo
a sus vidas,
sin importarle
un rábano
que la Historia
ignore
por entero
sus nombres
y motivos.
A.S.
Más allá de la noche
Cuando me siento sola
y hace frío
y la crueldad de las cosas
parece no acabarse nunca,
tiendo la mano.
Tiendo la mano a través de los años,
a través de los silencios,
de las ausencias
y los desencuentros,
hasta tocar el amor
que me ha sostenido siempre.
Cuando las vidas
se derrumban
como castillos de naipes,
y a a gente no le queda
lugar a donde ir,
tiendo la mano.
Tiendo la mano a través del espacio,
a través de las infinitas
diferencias,
hasta encontrar
la luz
de tu mirada,
el alimento
claro de tu sonrisa.
Cuando los tiempos son oscuros
y todo aquéllo
por lo que luchamos
ha dejado de importarle a nadie,
tiendo la mano.
Tiendo la mano a través de tu alma.
a través del metal templado
de tu corazón,
hasta encontrar
fuerza para mi fuerza,
amor para mi amor,
mañana
más allá de la noche.
A.S.
y hace frío
y la crueldad de las cosas
parece no acabarse nunca,
tiendo la mano.
Tiendo la mano a través de los años,
a través de los silencios,
de las ausencias
y los desencuentros,
hasta tocar el amor
que me ha sostenido siempre.
Cuando las vidas
se derrumban
como castillos de naipes,
y a a gente no le queda
lugar a donde ir,
tiendo la mano.
Tiendo la mano a través del espacio,
a través de las infinitas
diferencias,
hasta encontrar
la luz
de tu mirada,
el alimento
claro de tu sonrisa.
Cuando los tiempos son oscuros
y todo aquéllo
por lo que luchamos
ha dejado de importarle a nadie,
tiendo la mano.
Tiendo la mano a través de tu alma.
a través del metal templado
de tu corazón,
hasta encontrar
fuerza para mi fuerza,
amor para mi amor,
mañana
más allá de la noche.
A.S.
domingo, 17 de febrero de 2013
"Grândola Vila Morena" suena en Sol el #16F
16 F: "Grándola Vila Morena" en Sol
Portugal: "Grándola Vila Morena" calla a los políticos
Grándola Vila Morena, cantada por ciudadanos en la tribuna del Parlamento, hace callar a los políticos.
Por si alguien lo había olvidado
"EL ESTADO ES UNA MÁQUINA BUROCRÁTICA Y REPRESIVA, AL SERVICIO DE LA CLASE DOMINANTE."
(Karl Marx, citado de memoria)
(Karl Marx, citado de memoria)
El sueldo de los políticos
Nota: Cuando en este artículo me refiero al sueldo de los políticos, se sobreentiende que la crítica va dirigida a una clase política extractiva, profesionalizada y llena de privilegios autootorgados, no a los miles de honrados alcaldes, concejales, militantes y servidores públicos en general que, además de ganarse la vida en sus profesiones, ponen su tiempo, su buen hacer y su esfuerzo al servicio de los demás.
Últimamente se oye por las tertulias televisivas, esas donde los plumíferos van a redondear los ingresos y, de paso, a ver si crean "opinión" entre la peña, la especie de que los políticos españoles cobran poco.
Cobran poco, angelicos míos, y de ahí el nefando peligro de que se vean tentados por los sobres, las comisioncillas et al., cosa que no ocurriría caso de estar bien retribuidos, como sus hermanos mayores, los dirigentes de los países de verdad, tipo Alemania o EEUU, que dónde vas a comparar tú lo que gana el Obama o la Merkel con lo que allega el desgraciado de Rajoy, o sin ir más lejos, la Cospedal o el Rubalcaba.
Además, abundan los tertulianos en esos debates de tanta altura y enjundia, cómo va la mejor gente a dedicarse a la política, cuando para hacerlo tendría que renunciar a la pasta gansa que darían a alguien de sus cualidades en la privé, para conformarse con las miserias con las que al parecer malretribuimos en este ex-país a los servidores píblicos (dicho sea casi sin cachondeo lo de servidores públicos).
En fin...
Sin mencionar el hecho, obvio para cualquiera que sepa sumar, restar y contar con los dedos, de que en este país también los médicos, maestros, abañiles, fontaneros, bibliotecarios, chófereres de autobús, profesores de aerobic, dependientes de comercio, y casi cualquier otra profesión que se os pueda ocurrir (con alguna excepcioncilla, como los banqueros y gente afín) cobra menos que en Alemania y EEUU, y que por ende, no parece de recibo que los políticos cobren lo mismo que allí (ya no parece de recibo que cobren lo que cobran aquí), las demoledores realidades de los seis millones de parados, los suicidios por desahucios, el hambre pura y dura, y, en suma, la inmensa tragedia social en la que se encuentra este país (de la cual, por cierto, esos malpagados políticos son responsables en gran medida), deberían bastar para que estos infraretribuídos señores y sus plumíferos lacayos tuvieran la decencia de estarse calladitos. Aunque fuera por vergüenza torera.
Pero, por lo visto, es demasiado pedir.
El otro argumento, el de que la "mejor gente" prefiere dedicarse a "la privada" porque así gana más, merece una mayor reflexión.
En primer lugar, delata todo un sistema de valores ese concepto de que "la mejor gente" para dirigir un país sea la que está más interesada en el dinero, al punto de renunciar al sevicio público en aras de la cuenta corriente.
A mí esa no me parece "la mejor gente". Y desde luego, no es la gente que quiero que dirija el rumbo de mi país. A mí, la gente verdaderamente "mejor" me parece los Mandela, los Gandhi, los Luther King, las Campoamor, los Lincoln, y otros de su especie, de los que nunca se supo que el dinero les moviera un pelo.
O, para que nadie diga que exagero, la gente como los miles de hombres y mujeres que se la jugaron en el franquismo , que arriesgaron su vida, su liberad y su trabajo, buscando un futuro que valiera la pena para todos. O los que ahora integran los movimientos sociales que están tratando de contarrestar, con las manos desnudas, esta... inmundicia que nos tratan de colar esos "políticos empobrecidos y sacrificados".
A la que a mí me parece la "mejor gente" le importa un pito el dinero, y no sólo está dispuesta a ganar menos que "en la privada" a cambio del privilegio de una vocación de servicio, sino que nunca ha tenido inconveniente en sostener de su propio bolsillo las causas en las que cree.
Esa es la gente que quiero en la política.
Esa es la gente que quiero en el servicio público.
Y esa gente existe, ahora como siempre.
Y, si no se dedica a la política, es porque los aparatos corrompidos de unos partidos que han perdido todo sentido, y que privilegian el servilismo y a fidelidad al capo de turno, sobre el servicio y la decencia, les impedirían, les impiden de hecho, llegar a los puestos de responsabilidad.
Y porque las leyes están hechas para perpetuar esta situación.
Y, por qué no decirlo, por asco.
Asco de juntarse con lo que hay que juntarse y tragar lo que hay que tragar para llegar a alguna parte en política.
Así que lo que los plumíferos del sistema entienden por "la mejor gente", por mí, puede quedarse en la "privada" acumulando beneficios hasta el fin de los tiempos.
Yo quiero en política a las Ada Colau, a los 15M, a la gente de Attac, a la ciudadanía organizada y a los nuevos dirigentes que están surgiendo de la base, cargados de fuerza moral y que conocen de vardad las necesidades de la población
Esa es la "mejor gente" que quiero para mi país. Gente que, seguro, además, que no va a discutir por cuestiones de dinero.
Aunque cobren menos que la Merkel.
Últimamente se oye por las tertulias televisivas, esas donde los plumíferos van a redondear los ingresos y, de paso, a ver si crean "opinión" entre la peña, la especie de que los políticos españoles cobran poco.
Cobran poco, angelicos míos, y de ahí el nefando peligro de que se vean tentados por los sobres, las comisioncillas et al., cosa que no ocurriría caso de estar bien retribuidos, como sus hermanos mayores, los dirigentes de los países de verdad, tipo Alemania o EEUU, que dónde vas a comparar tú lo que gana el Obama o la Merkel con lo que allega el desgraciado de Rajoy, o sin ir más lejos, la Cospedal o el Rubalcaba.
Además, abundan los tertulianos en esos debates de tanta altura y enjundia, cómo va la mejor gente a dedicarse a la política, cuando para hacerlo tendría que renunciar a la pasta gansa que darían a alguien de sus cualidades en la privé, para conformarse con las miserias con las que al parecer malretribuimos en este ex-país a los servidores píblicos (dicho sea casi sin cachondeo lo de servidores públicos).
En fin...
Sin mencionar el hecho, obvio para cualquiera que sepa sumar, restar y contar con los dedos, de que en este país también los médicos, maestros, abañiles, fontaneros, bibliotecarios, chófereres de autobús, profesores de aerobic, dependientes de comercio, y casi cualquier otra profesión que se os pueda ocurrir (con alguna excepcioncilla, como los banqueros y gente afín) cobra menos que en Alemania y EEUU, y que por ende, no parece de recibo que los políticos cobren lo mismo que allí (ya no parece de recibo que cobren lo que cobran aquí), las demoledores realidades de los seis millones de parados, los suicidios por desahucios, el hambre pura y dura, y, en suma, la inmensa tragedia social en la que se encuentra este país (de la cual, por cierto, esos malpagados políticos son responsables en gran medida), deberían bastar para que estos infraretribuídos señores y sus plumíferos lacayos tuvieran la decencia de estarse calladitos. Aunque fuera por vergüenza torera.
Pero, por lo visto, es demasiado pedir.
El otro argumento, el de que la "mejor gente" prefiere dedicarse a "la privada" porque así gana más, merece una mayor reflexión.
En primer lugar, delata todo un sistema de valores ese concepto de que "la mejor gente" para dirigir un país sea la que está más interesada en el dinero, al punto de renunciar al sevicio público en aras de la cuenta corriente.
A mí esa no me parece "la mejor gente". Y desde luego, no es la gente que quiero que dirija el rumbo de mi país. A mí, la gente verdaderamente "mejor" me parece los Mandela, los Gandhi, los Luther King, las Campoamor, los Lincoln, y otros de su especie, de los que nunca se supo que el dinero les moviera un pelo.
O, para que nadie diga que exagero, la gente como los miles de hombres y mujeres que se la jugaron en el franquismo , que arriesgaron su vida, su liberad y su trabajo, buscando un futuro que valiera la pena para todos. O los que ahora integran los movimientos sociales que están tratando de contarrestar, con las manos desnudas, esta... inmundicia que nos tratan de colar esos "políticos empobrecidos y sacrificados".
A la que a mí me parece la "mejor gente" le importa un pito el dinero, y no sólo está dispuesta a ganar menos que "en la privada" a cambio del privilegio de una vocación de servicio, sino que nunca ha tenido inconveniente en sostener de su propio bolsillo las causas en las que cree.
Esa es la gente que quiero en la política.
Esa es la gente que quiero en el servicio público.
Y esa gente existe, ahora como siempre.
Y, si no se dedica a la política, es porque los aparatos corrompidos de unos partidos que han perdido todo sentido, y que privilegian el servilismo y a fidelidad al capo de turno, sobre el servicio y la decencia, les impedirían, les impiden de hecho, llegar a los puestos de responsabilidad.
Y porque las leyes están hechas para perpetuar esta situación.
Y, por qué no decirlo, por asco.
Asco de juntarse con lo que hay que juntarse y tragar lo que hay que tragar para llegar a alguna parte en política.
Así que lo que los plumíferos del sistema entienden por "la mejor gente", por mí, puede quedarse en la "privada" acumulando beneficios hasta el fin de los tiempos.
Yo quiero en política a las Ada Colau, a los 15M, a la gente de Attac, a la ciudadanía organizada y a los nuevos dirigentes que están surgiendo de la base, cargados de fuerza moral y que conocen de vardad las necesidades de la población
Esa es la "mejor gente" que quiero para mi país. Gente que, seguro, además, que no va a discutir por cuestiones de dinero.
Aunque cobren menos que la Merkel.
Ada Colau y la fuerza moral
Está apareciendo una generación de líderes ciudadanos cuya fuerza y talla moral hacen empequeñecer hasta la irrisión a los politiquillos al uso que se agitan tratando de justificar lo injustificable y defender lo indefendible.
La regeneración de esta sociedad es posible. Pero surgirá de la calle.
Los "dirigentes" que nos aquejan "han sido pesados en la balanza y hallados faltos de peso".
Deben desaparecer para dejar paso a lo nuevo.
sábado, 16 de febrero de 2013
Clara Campoamor y la ternura
"Cuando tuvísteis el Poder, pudísteis transformar el mundo. Si no cumplísteis con el que debía ser vuestro mandato de conciencia y os aliásteis con los poderosos y servísteis de corte al trono, ¿cómo podéis quejaros ahora de que nosotros recojamos esa bandera olvidada y caída y tratemos de levantarla para instaurar de una vez lo que no es la caridad, lo que no es la piedad, sino lo que es el deber de ternura hacia los hermanos en todos los órdenes y en todas las esferas?"
(Clara Campoamor, 1931)
(Clara Campoamor, 1931)
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Vida interior
Bla, bla, bla...
Oyes a la Cospedal (Rajoy está missimg, no se vaya a "desgastar") hablar de la necesidad de "austeridad y esfuerzo" y te invade una mezcla de incredulidad, nausea y risa horrorizada.
Oyes a Rubalcaba hablar de "una Europa más social" y te maravillas de que este señor pueda imaginar que alguien lo toma en serio.
Oyes a los periodistas hablar de que los políticos cobran poco en este país (sí, sí, en este país de los seis millones de parados, las pensiones de cuatrocientos euros y los suicidios por desahucios) y te preguntas a quién han vendido su pluma esos señores.
Ves cualquier noticiario, con su pringosa carga de rapiña, expolio, espionaje, mentira, pancismo e infamia, y te cuestionas si alguien conoce lo que ocurre cuando una sociedad completa da la espalda, por hartazgo, asco, dolor y desprecio, a sus dirigentes e instituciones, sin excepción.
Pronto vamos a saberlo.
Oyes a Rubalcaba hablar de "una Europa más social" y te maravillas de que este señor pueda imaginar que alguien lo toma en serio.
Oyes a los periodistas hablar de que los políticos cobran poco en este país (sí, sí, en este país de los seis millones de parados, las pensiones de cuatrocientos euros y los suicidios por desahucios) y te preguntas a quién han vendido su pluma esos señores.
Ves cualquier noticiario, con su pringosa carga de rapiña, expolio, espionaje, mentira, pancismo e infamia, y te cuestionas si alguien conoce lo que ocurre cuando una sociedad completa da la espalda, por hartazgo, asco, dolor y desprecio, a sus dirigentes e instituciones, sin excepción.
Pronto vamos a saberlo.
Amistad
En opinión de M, una de las personas más sensatas y realistas que conozco, se puede vivir perfectamente sin sexo, pero no sin amistad.
Tiendo a acordar.
Tiendo a acordar.
Lenguaje corporal
El lenguaje corporal de los políticos tratando de justificar lo injustificable, maquillando hoy la trapacería llena de agujeros que intentaron colar ayer, como niños cogidos in fraganti con las manos en la caja de galletas, mintiendo y remintiendo ante una ciudadanía que ya ni se molesta en oír lo que dicen.
Y es que no hay más que verlos. Mirarlos a la cara. Observar esos ojos huidizos, esas manos que no saben dónde meter, ese desencaje de quien ya no tiene rincón para resguardarse.
Lo peor no es el asco que da todo esto.
Lo peor es la falta de grandeza.
La insondable bajeza de esta gentecilla.
Absolutamente indigna del sufrimiento, la miseria y la muerte de los que son responsables.
Y es que no hay más que verlos. Mirarlos a la cara. Observar esos ojos huidizos, esas manos que no saben dónde meter, ese desencaje de quien ya no tiene rincón para resguardarse.
Lo peor no es el asco que da todo esto.
Lo peor es la falta de grandeza.
La insondable bajeza de esta gentecilla.
Absolutamente indigna del sufrimiento, la miseria y la muerte de los que son responsables.
viernes, 15 de febrero de 2013
Meteorito
Tengo un fragmento de meteorito pequeño, denso y pesado, brillante de hierro y níquel y frío de espacio y lejanía.
Hoy, tras la caída de una gran piedra estelar en Rusia, y a pocas horas de que otro visitante de los cielos pase rozándonos, lo he buscado por los cajones y lo tengo delante, al lado del ordenador, un recuerdo diminuto y real de nuestra cósmica insignificancia, pero también de nuestro parentesco con estrellas, planetas, astros errantes y la entera Creación.
Ellos, nosotros y la Madre Tierra estamos hechos de lo mismo.
Hoy, tras la caída de una gran piedra estelar en Rusia, y a pocas horas de que otro visitante de los cielos pase rozándonos, lo he buscado por los cajones y lo tengo delante, al lado del ordenador, un recuerdo diminuto y real de nuestra cósmica insignificancia, pero también de nuestro parentesco con estrellas, planetas, astros errantes y la entera Creación.
Ellos, nosotros y la Madre Tierra estamos hechos de lo mismo.
Fiebre y metáforas
En el caos del cambio, también el cuerpo se remueve y se enferma.
Emergen a la superficie posos antiguos, del alma y de la materia.
La fiebre, ese fuego de la cocina interior, va oficiando su alquimia, al tiempo que los sueños se agitan y escenifican metáforas de paisajes que buscan un orden y una comprensión diferentes.
Después... Dios dirá.
Emergen a la superficie posos antiguos, del alma y de la materia.
La fiebre, ese fuego de la cocina interior, va oficiando su alquimia, al tiempo que los sueños se agitan y escenifican metáforas de paisajes que buscan un orden y una comprensión diferentes.
Después... Dios dirá.
jueves, 14 de febrero de 2013
Una máscara cruel
Viento. Viento. Viento.
Los suaves colores de la mañana (celestes, oro, rosados) no son más que una máscara cruel, un telón de fondo para el viento, frío y agudo como un cuchillo.
Pasa la gente arrebujada, ocupando, en su ensimismamiento, el menor lugar posible en el espacio dominado por el viento.
Nadie se acuerda del planeta, de su cambio y su deriva, demasiado concentrados como estamos en nuestro "sálvese quien pueda", en nuestro miedo y nuestra pequeña tragedia individual (y la gran tragedia colectiva).
Nadie se acuerda ya de nada, toda la energía inútilmente dedicada a intentar esconderse del monstruo inhumano que ha tomado nuestro mundo por casa.
Que se ha instalado para quedarse.
Que se come lo que creíamos nuestros derechos, nuestra seguridad, nuestros valores y (literalmente) nuestra vida y la vida de nuestros semejantes.
Tres mil años de sueños, de construcción, del trabajo y el pensamiento y el corazón de generaciones, se desangran a golpe de decreto y de expolio, en un campo de cremación arrasado por el viento.
Los suaves colores de la mañana (celestes, oro, rosados) no son más que una máscara cruel, un telón de fondo para el viento, frío y agudo como un cuchillo.
Pasa la gente arrebujada, ocupando, en su ensimismamiento, el menor lugar posible en el espacio dominado por el viento.
Nadie se acuerda del planeta, de su cambio y su deriva, demasiado concentrados como estamos en nuestro "sálvese quien pueda", en nuestro miedo y nuestra pequeña tragedia individual (y la gran tragedia colectiva).
Nadie se acuerda ya de nada, toda la energía inútilmente dedicada a intentar esconderse del monstruo inhumano que ha tomado nuestro mundo por casa.
Que se ha instalado para quedarse.
Que se come lo que creíamos nuestros derechos, nuestra seguridad, nuestros valores y (literalmente) nuestra vida y la vida de nuestros semejantes.
Tres mil años de sueños, de construcción, del trabajo y el pensamiento y el corazón de generaciones, se desangran a golpe de decreto y de expolio, en un campo de cremación arrasado por el viento.
Viento
Viento.
Viento
surcado
por pájaros de acero.
(las plumas
no resisten
la crueldad
del viento)
A.S.
Viento
surcado
por pájaros de acero.
(las plumas
no resisten
la crueldad
del viento)
A.S.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Me temo
Poco a poco, la copiosa catarata de cambios duros y decisiones aún más duras que ha tenido a bien inudar mi modesta parcelita de vida en los últimos tiempos, se va asentando, y las cosas parecen estar poniéndose (más o menos) en su (nuevo) lugar.
Prácticamente, no ha quedado rincón del gallinero sin remover.
Pero aún quedan... una cosilla o dos.
Las más difíciles, me temo.
Prácticamente, no ha quedado rincón del gallinero sin remover.
Pero aún quedan... una cosilla o dos.
Las más difíciles, me temo.
Cambios
Se presentan
los cambios
inesperadamente,
como esos huéspedes
molestos
que llegan
sin aviso
a la hora de comer.
Se presentan
cargados de demandas,
indiferentes
a nuestro criterio,
en su exigencia de comida y cama,
manutención y sueldo
-a nuestra costa-,
cuidado y atención.
Llegan para quedarse,
mudan
de su lugar los muebles,
se apropian
nuestros libros
y nuestro
ordenador.
Mala gente,
los cambios,
incluso los mejores,
en su molesto
empeño
de echarnos,
a empujones,
de lo que nuestra vida
fue.
A.S.
los cambios
inesperadamente,
como esos huéspedes
molestos
que llegan
sin aviso
a la hora de comer.
Se presentan
cargados de demandas,
indiferentes
a nuestro criterio,
en su exigencia de comida y cama,
manutención y sueldo
-a nuestra costa-,
cuidado y atención.
Llegan para quedarse,
mudan
de su lugar los muebles,
se apropian
nuestros libros
y nuestro
ordenador.
Mala gente,
los cambios,
incluso los mejores,
en su molesto
empeño
de echarnos,
a empujones,
de lo que nuestra vida
fue.
A.S.
martes, 12 de febrero de 2013
Para llorar
En principio, no me considero antitaurina, pero después de oír a este individuo, lo estoy reconsiderando seriamente.
Vaya políticos que nos gastamos.
Tony Cantó: Los animales no tienen derecho a la vida ni a la libertad.
La noche
La noche
es una puta
de ojos negros
que bebe soledad.
La noche
acecha,
espera
su oportunidad,
se cuela
sin permiso
apenas te descuidas
y entreabres
la rendija del alma.
Se te instala
la noche
en el almario,
y se lo bebe
todo.
es una puta
de ojos negros
que bebe soledad.
La noche
acecha,
espera
su oportunidad,
se cuela
sin permiso
apenas te descuidas
y entreabres
la rendija del alma.
Se te instala
la noche
en el almario,
y se lo bebe
todo.
Amanecida
Las astas
de nácar
de una frágil luna
doncella
sobre el azul
verdoso.
Antares
en el zenit,
y el silencio
redondo
conteniendo
los mundos.
A.S.
de nácar
de una frágil luna
doncella
sobre el azul
verdoso.
Antares
en el zenit,
y el silencio
redondo
conteniendo
los mundos.
A.S.
Cita
"La vía de la muerte te pone en presencia de un paisaje caótico y oscuro."
(Silo: Los estados internos)
(Silo: Los estados internos)
In the dark
El viento del invierno
El viento
del invierno
se ha posado sobre la ciudad.
Sus dedos
largos
y flexibles
arañan
las aceras,
se introducen
en los recovecos,
juegan
a montar corros
con hojas muertas
y papeles
viejos.
El viento
ha desterrado a las palomas,
que se arrebujan en los alfeizares,
ha desterrado
niños de los parques,
chicos y chicas
de alamedas y bancos
propicios para el beso.
Ha venido para quedarse,
el viento.
Ha venido
para cercar la casa,
para colarse por la chimenea
y aventar las cenizas
de un fuego
apenas convertido en rescoldo,
apenas rojo
de brasas moribundas.
El viento
sopla sobre camas
y corazones,
sobre habitaciones
y alcobas
que se han ido quedando solas.
Es amigo de la soledad,
el viento.
Es amigo
de días que se fueron,
de mañanas inciertos,
de vida
dudosamente nueva
que no termina de tomar materia,
cuerpo,
circunstancia,
forma definida.
Es amigo, el viento,
de una soledad que se impone,
erosiva
de construcciones para nunca,
de vidas
que van dejando de vivirse,
de ventanas
abiertas al vacío.
Se llama soledad,
el viento,
la soledad
que queda
cuando no queda nada,
cuando ha volado,
con el viento,
todo lo susceptible
de mudar.
A.S.
del invierno
se ha posado sobre la ciudad.
Sus dedos
largos
y flexibles
arañan
las aceras,
se introducen
en los recovecos,
juegan
a montar corros
con hojas muertas
y papeles
viejos.
El viento
ha desterrado a las palomas,
que se arrebujan en los alfeizares,
ha desterrado
niños de los parques,
chicos y chicas
de alamedas y bancos
propicios para el beso.
Ha venido para quedarse,
el viento.
Ha venido
para cercar la casa,
para colarse por la chimenea
y aventar las cenizas
de un fuego
apenas convertido en rescoldo,
apenas rojo
de brasas moribundas.
El viento
sopla sobre camas
y corazones,
sobre habitaciones
y alcobas
que se han ido quedando solas.
Es amigo de la soledad,
el viento.
Es amigo
de días que se fueron,
de mañanas inciertos,
de vida
dudosamente nueva
que no termina de tomar materia,
cuerpo,
circunstancia,
forma definida.
Es amigo, el viento,
de una soledad que se impone,
erosiva
de construcciones para nunca,
de vidas
que van dejando de vivirse,
de ventanas
abiertas al vacío.
Se llama soledad,
el viento,
la soledad
que queda
cuando no queda nada,
cuando ha volado,
con el viento,
todo lo susceptible
de mudar.
A.S.
Blues de los encuentros
Encontré
a gente
que quería
vivir mi vida
para ahorrarse la suya.
Para ahorrarse la vida, niño,
la vida, tan difícil
de ser vivida.
Encontré
a gente que quería
mi vida para sí.
Para beberla
como quien se distrae,
como quien bebe
un trago
sin importancia.
Encontré, incluso,
que los amaba a todos.
Podía amarlos, niño,
como se ama
lo que se encuentra.
Lo que se reconoce
por el camino.
Pero mi vida es mía
para vivirla.
No es un refugio cierto
para cobardes,
ni un juguete barato
para quien pasa.
Para quien pasa, niño,
sin detenerse.
Me lo dijo mi alma,
tan claramente
que tuve que volverme
para escucharla.
Para escuchar al alma,
que me llamaba.
A.S.
a gente
que quería
vivir mi vida
para ahorrarse la suya.
Para ahorrarse la vida, niño,
la vida, tan difícil
de ser vivida.
Encontré
a gente que quería
mi vida para sí.
Para beberla
como quien se distrae,
como quien bebe
un trago
sin importancia.
Encontré, incluso,
que los amaba a todos.
Podía amarlos, niño,
como se ama
lo que se encuentra.
Lo que se reconoce
por el camino.
Pero mi vida es mía
para vivirla.
No es un refugio cierto
para cobardes,
ni un juguete barato
para quien pasa.
Para quien pasa, niño,
sin detenerse.
Me lo dijo mi alma,
tan claramente
que tuve que volverme
para escucharla.
Para escuchar al alma,
que me llamaba.
A.S.
Desconocida
¿Quién es
esa mujer
que se levanta
de un lecho
de cenizas?
La hoguera
lo ha consumido
todo.
También a ella,
ahora
desconocida
para sí misma.
A.S.
esa mujer
que se levanta
de un lecho
de cenizas?
La hoguera
lo ha consumido
todo.
También a ella,
ahora
desconocida
para sí misma.
A.S.
Una de tantas verdades
¿Chesterton? ¿W. M. Miller?
No recuerdo ahora quién lo dijo.
Una de tantas verdades que reconoces apenas las percibes:
Dios no es un caballero inglés.
No recuerdo ahora quién lo dijo.
Una de tantas verdades que reconoces apenas las percibes:
Dios no es un caballero inglés.
lunes, 11 de febrero de 2013
Errores
"Siempre que cometas un error, repáralo doblemente."
(Silo)
Esto no es opcional, pienso. Cada vez que erramos -es decir, todos los días- la vuelta al equilibrio, interno y externo, requiere -como mínimo- un doble trabajo.
Y, a veces, mucho más.
(Silo)
Esto no es opcional, pienso. Cada vez que erramos -es decir, todos los días- la vuelta al equilibrio, interno y externo, requiere -como mínimo- un doble trabajo.
Y, a veces, mucho más.
Algunas consideraciones
"La razón verdadera en el corazón falso, produce la hipocresía.
El sentimiento verdadero en la cabeza falsa, produce la estupidez.
La acción verdadera en la cabeza falsa, produce el regreso de la acción, y en el corazón falso, la humillación.
Si falsa es la acción y la cabeza verdadera, el vacío irá adelante.
Cuando la cabeza, el corazón y la acción están falseados -según distintas proporciones- producirán la venganza, la envidia, la desazón, el aburrimiento y el no.
Dice sí quien piensa, siente y actúa verdaderamente, y verdaderamente va en dirección única, que es triple."
(Silo: Ceremonial)
El sentimiento verdadero en la cabeza falsa, produce la estupidez.
La acción verdadera en la cabeza falsa, produce el regreso de la acción, y en el corazón falso, la humillación.
Si falsa es la acción y la cabeza verdadera, el vacío irá adelante.
Cuando la cabeza, el corazón y la acción están falseados -según distintas proporciones- producirán la venganza, la envidia, la desazón, el aburrimiento y el no.
Dice sí quien piensa, siente y actúa verdaderamente, y verdaderamente va en dirección única, que es triple."
(Silo: Ceremonial)
Antes de la existencia
Tal vez lo haya imaginado.
Tal vez no haya sucedido nunca,
pero tengo el recuerdo de una noche
de oscuridad y fuego,
de brasa incandescente
y sangre roja.
Era
más allá del espacio.
Más allá de este tiempo y cualquier tiempo,
en un lugar arcaico,
anterior a los nombres
para nombrar las cosas de este mundo.
Era
el anillo compacto,
contenido en sí mismo,
la semilla latente
ausente de despliegue.
El no ser de los seres,
el reverso del todo,
el capullo secreto,
ignorado a sí mismo,
donde nos confundimos
antes de la existencia.
A.S.
Tal vez no haya sucedido nunca,
pero tengo el recuerdo de una noche
de oscuridad y fuego,
de brasa incandescente
y sangre roja.
Era
más allá del espacio.
Más allá de este tiempo y cualquier tiempo,
en un lugar arcaico,
anterior a los nombres
para nombrar las cosas de este mundo.
Era
el anillo compacto,
contenido en sí mismo,
la semilla latente
ausente de despliegue.
El no ser de los seres,
el reverso del todo,
el capullo secreto,
ignorado a sí mismo,
donde nos confundimos
antes de la existencia.
A.S.
domingo, 10 de febrero de 2013
Blues de los deseos incumplidos
Hubiera deseado
una respuesta
para cada pregunta.
Hubiera deseado
un sentido
para cada tropiezo,
para cada fracaso,
para cada ruptura
del corazón.
Una vida
como había soñado, niño,
como había querido
con toda el ser.
Hubiera deseado
compartir
cada tristeza,
cada descubrimiento,
cada segundo
de maravilla,
cada minuto
de anhelo
ciego
o de terror
profundo.
Una vida
como la había planeado, niño,
como la había imaginado
en la inocencia.
Hubiera deseado
fundir el alma
con la carne,
la sed con el encuentro,
la oscuridad ardiente
con el milagro.
Una aventura
de libertad y fuego,
de días largos
y misterio infinito.
Así pensaba que sería, niño.
Así buscaba mi mirada
cada horizonte.
Pero las cosas
han sido diferentes.
Esas cosas que tienen
su propia idea,
su propia forma
de torcer los caminos.
En verdad, no me quejo,
o no me quejo demasiado.
He recorrido más paisajes
de los que imaginé que podría,
los paisajes
de los seres humanos,
los paisajes hermosos y terribles,
saturados
de la desesperanza del desierto
y el caos fulgurante
de la sorpresa.
Pero las cosas
han ido a su manera.
Las cosas
han llegado con demasiada muerte,
con demasiada soledad
y demasiada herida.
No sólo, niño,
pero sí demasiado
para mi gusto.
Y Dios
no se ha dignado a responder
cuando era necesario.
A.S.
una respuesta
para cada pregunta.
Hubiera deseado
un sentido
para cada tropiezo,
para cada fracaso,
para cada ruptura
del corazón.
Una vida
como había soñado, niño,
como había querido
con toda el ser.
Hubiera deseado
compartir
cada tristeza,
cada descubrimiento,
cada segundo
de maravilla,
cada minuto
de anhelo
ciego
o de terror
profundo.
Una vida
como la había planeado, niño,
como la había imaginado
en la inocencia.
Hubiera deseado
fundir el alma
con la carne,
la sed con el encuentro,
la oscuridad ardiente
con el milagro.
Una aventura
de libertad y fuego,
de días largos
y misterio infinito.
Así pensaba que sería, niño.
Así buscaba mi mirada
cada horizonte.
Pero las cosas
han sido diferentes.
Esas cosas que tienen
su propia idea,
su propia forma
de torcer los caminos.
En verdad, no me quejo,
o no me quejo demasiado.
He recorrido más paisajes
de los que imaginé que podría,
los paisajes
de los seres humanos,
los paisajes hermosos y terribles,
saturados
de la desesperanza del desierto
y el caos fulgurante
de la sorpresa.
Pero las cosas
han ido a su manera.
Las cosas
han llegado con demasiada muerte,
con demasiada soledad
y demasiada herida.
No sólo, niño,
pero sí demasiado
para mi gusto.
Y Dios
no se ha dignado a responder
cuando era necesario.
A.S.
Una madre con barba
"Soy una madre con barba."
Así definía el otro día su labor con los residentes un experimentado médico adjunto.
Así definía el otro día su labor con los residentes un experimentado médico adjunto.
Apenas lo bastante
Navego
como puedo
la mezcla
de luz y oscuridad,
belleza y mierda,
dolor y maravilla
(con todo lo intermedio)
que constituye
el pedazo de vida
que me ha correspondido.
Navego como puedo,
sabiendo...
casi nada.
Apenas lo bastante,
Justo
lo imprescindible.
A.S.
como puedo
la mezcla
de luz y oscuridad,
belleza y mierda,
dolor y maravilla
(con todo lo intermedio)
que constituye
el pedazo de vida
que me ha correspondido.
Navego como puedo,
sabiendo...
casi nada.
Apenas lo bastante,
Justo
lo imprescindible.
A.S.
Transmisión
Esta temporada tengo todas las mañanas conmigo, asistiendo a mis terapias, a una joven psicóloga en formación.
Es hermoso verla atender, preguntar, captar, madurar, empaparse de la realidad de lo que no viene en los libros.
Aprender a amar su oficio.
Es hermoso verla atender, preguntar, captar, madurar, empaparse de la realidad de lo que no viene en los libros.
Aprender a amar su oficio.
Apoyo en lo que se es
Conozco a muy pocas personas que no vayan de (casi) nada, y a esas pocas las admiro profundamente.
M.A. es una de ellas.
Un hombre sencillo, aparentemente muy normal, a la vez humilde y grande por dentro.
Alguien de cuya profundidad y sabiduría te vas haciendo consciente poco a poco, a medida que lo vas conociendo más.
Por su profesión de cirujano en una de las unidades más duras del hospital, sabe de primera mano del sufrimiento y de la muerte, y los afronta con una hermosa mezcla de realismo y ternura y dureza y valor.
Hace lo que tiene que hacer: amputa, desuella, remienda, corta y pega fríamente, porque eso es lo que el enfermo necesita, y porque ni toda la empatía y la compasión del mundo pueden evitar que lo que es, sea.
Pero también comprende y es cercano y auténtico, y sus pacientes lo perciben y confían en él.
Hablábamos el otro día, en uno de esos paréntesis de tiempo que se producen en una Unidad que a veces está llena a rebosar y a veces, afortunadamente, casi vacía, y lo que dijo, refiriéndose a una bella mujer desfigurada sin remedio por las quemaduras, se me ha quedado grabado por la verdad que contenía.
"Yo sé que hay luz. Llevo mucho tiempo en esto y lo sé. La gente tiene que pasar su duelo, pero al final hay luz.
Ella ha dejado para siempre de ser la más guapa de todas. Eso se acabó. Ahora tiene que aprender. Aprender a vivir apoyándose en lo que es, y no en su aspecto como podía hacer antes."
M.A. es una de ellas.
Un hombre sencillo, aparentemente muy normal, a la vez humilde y grande por dentro.
Alguien de cuya profundidad y sabiduría te vas haciendo consciente poco a poco, a medida que lo vas conociendo más.
Por su profesión de cirujano en una de las unidades más duras del hospital, sabe de primera mano del sufrimiento y de la muerte, y los afronta con una hermosa mezcla de realismo y ternura y dureza y valor.
Hace lo que tiene que hacer: amputa, desuella, remienda, corta y pega fríamente, porque eso es lo que el enfermo necesita, y porque ni toda la empatía y la compasión del mundo pueden evitar que lo que es, sea.
Pero también comprende y es cercano y auténtico, y sus pacientes lo perciben y confían en él.
Hablábamos el otro día, en uno de esos paréntesis de tiempo que se producen en una Unidad que a veces está llena a rebosar y a veces, afortunadamente, casi vacía, y lo que dijo, refiriéndose a una bella mujer desfigurada sin remedio por las quemaduras, se me ha quedado grabado por la verdad que contenía.
"Yo sé que hay luz. Llevo mucho tiempo en esto y lo sé. La gente tiene que pasar su duelo, pero al final hay luz.
Ella ha dejado para siempre de ser la más guapa de todas. Eso se acabó. Ahora tiene que aprender. Aprender a vivir apoyándose en lo que es, y no en su aspecto como podía hacer antes."
jueves, 7 de febrero de 2013
Oscar
El ser humano en general, y cualquier ser humano en particular, se merecen sin discusión un Oscar.
Por vivir con consciencia, pero sin saber.
Y, a pesar de todo, amar, cuidar, trabajar, crear, resistir, reír a veces, apreciar la bondad, la verdad y la belleza, abrir el corazón, contener, atreverse.
Seguir buscando, aprendiendo, caminando.
Surfear el dolor, el miedo, la impermanencia y la pérdida con una dignidad apabullante.
Vivir a ciegas.
Morir a ciegas.
Y más.
Por vivir con consciencia, pero sin saber.
Y, a pesar de todo, amar, cuidar, trabajar, crear, resistir, reír a veces, apreciar la bondad, la verdad y la belleza, abrir el corazón, contener, atreverse.
Seguir buscando, aprendiendo, caminando.
Surfear el dolor, el miedo, la impermanencia y la pérdida con una dignidad apabullante.
Vivir a ciegas.
Morir a ciegas.
Y más.
miércoles, 6 de febrero de 2013
Por los pelos...
El próximo día 15 de febrero, el asteriode 2012 DA14 pasará a unos 27.000 km. de la Tierra, por debajo de las órbitas de los satélites y al borde de un encuentro espacial entiendo que nada deseable, al menos desde nuestro parcial, interesado y limitado punto de vista.
El amigo 2012 DA14 es un visitante habitual, que se nos acerca desde siempre un par de veces al año.
Pero esta vez se ha pasado unos pocos centenares de pueblos en su afán de aproximación.
Y es que hay amores... que matan.
El amigo 2012 DA14 es un visitante habitual, que se nos acerca desde siempre un par de veces al año.
Pero esta vez se ha pasado unos pocos centenares de pueblos en su afán de aproximación.
Y es que hay amores... que matan.
Ay, Esperanza (que no es lo mismo que "hay esperanza")
Me temo que doña Esperanza Aguirre, encantada con lo que está sucediendo a don Mariano and Co., está esperando (más o menos) entre bambalinas a que llegue su turno de salir al escenario como prima dona absoluta.
Con el apoyo inestimable de J.J. Ramírez y el Mundo (me refiero al periódico, no al planeta), que últimamente no hacen más que pedir luz, taquígrafos, jueces, comisiones de investigación, escarmientos y cabezas en bandeja (en lo que no puedo sino estar de acuerdo, aunque por muy diferentes y aún opuestos motivos).
De hecho, ya ha interpretado hoy mi señora doña Esperanza un primer papelito con esas sorprendentes declaraciones acerca de la necesidad de devolver a los ciudadanos el poder que se les ha arrebatado, de cambiar la ley electoral, de evitar el dominio de las cúpulas de los partidos y otras increíbles lindezas propias del mismísimo Cayo Lara, en sus días exaltados.
Con gran habilidad, la dama que nos ocupa (y que nos okupará, y aún colonizará, si los dioses, en su benevolencia, no lo remedian) se quitó de enmedio de la política de primera fila, unos meses antes de que estallara el Armageddon barcenero que hoy aqueja a don Mariano y sus muchachos, y ahora vuelve por sus fueros enerbolando -ella, sí, ella- la bandera de la renovación, de la limpieza nuclear y la transparencia cristalina, sin parar mientes en cosillas de poca monta como el espionaje a políticos que -presuntamente- ordenó, las corruptelillas de sus protegidos madrileños, como el actual y por ella designado presidente de esa Comunidad (con su modesto pisito de más de setecientos mil euros) y otras fruslerías sin importancia.
Ay, doña Esperanza, qué relista que nos ha salido usted.
Lástima que resulte tan difícil creerla.
Qué digo difícil, hazaña imposible de toda imposibilidad.
Y líbrenos Dios de que alguien acometa la realización de tan hazañosa tarea, la crea (o le convenga creerla), la vote (me juego el recorte de mi nómina a que en poco tiempo más anda usted presentándose a todo lo presentable) y acabe, para castigo de nuestro pecados, de lideresa pepera, primera presidenta fémina del gobierno de este desgraciado ex-país, y mandamás omnímoda de todo lo que se pueda mandar.
Se me abren las carnes sólo de pensarlo.
Dejaría usted, señora mía, en mantillas y chupete, no ya a Mariano Manostijeras, sino a la mismísima Merkel con el agregado de la Thatcher y alguna otra férrea dama que se me debe olvidar.
Y no iban a quedar sin privatizar ni los leones de la carrera de San Jerónimo.
Para universal desdicha.
Con el apoyo inestimable de J.J. Ramírez y el Mundo (me refiero al periódico, no al planeta), que últimamente no hacen más que pedir luz, taquígrafos, jueces, comisiones de investigación, escarmientos y cabezas en bandeja (en lo que no puedo sino estar de acuerdo, aunque por muy diferentes y aún opuestos motivos).
De hecho, ya ha interpretado hoy mi señora doña Esperanza un primer papelito con esas sorprendentes declaraciones acerca de la necesidad de devolver a los ciudadanos el poder que se les ha arrebatado, de cambiar la ley electoral, de evitar el dominio de las cúpulas de los partidos y otras increíbles lindezas propias del mismísimo Cayo Lara, en sus días exaltados.
Con gran habilidad, la dama que nos ocupa (y que nos okupará, y aún colonizará, si los dioses, en su benevolencia, no lo remedian) se quitó de enmedio de la política de primera fila, unos meses antes de que estallara el Armageddon barcenero que hoy aqueja a don Mariano y sus muchachos, y ahora vuelve por sus fueros enerbolando -ella, sí, ella- la bandera de la renovación, de la limpieza nuclear y la transparencia cristalina, sin parar mientes en cosillas de poca monta como el espionaje a políticos que -presuntamente- ordenó, las corruptelillas de sus protegidos madrileños, como el actual y por ella designado presidente de esa Comunidad (con su modesto pisito de más de setecientos mil euros) y otras fruslerías sin importancia.
Ay, doña Esperanza, qué relista que nos ha salido usted.
Lástima que resulte tan difícil creerla.
Qué digo difícil, hazaña imposible de toda imposibilidad.
Y líbrenos Dios de que alguien acometa la realización de tan hazañosa tarea, la crea (o le convenga creerla), la vote (me juego el recorte de mi nómina a que en poco tiempo más anda usted presentándose a todo lo presentable) y acabe, para castigo de nuestro pecados, de lideresa pepera, primera presidenta fémina del gobierno de este desgraciado ex-país, y mandamás omnímoda de todo lo que se pueda mandar.
Se me abren las carnes sólo de pensarlo.
Dejaría usted, señora mía, en mantillas y chupete, no ya a Mariano Manostijeras, sino a la mismísima Merkel con el agregado de la Thatcher y alguna otra férrea dama que se me debe olvidar.
Y no iban a quedar sin privatizar ni los leones de la carrera de San Jerónimo.
Para universal desdicha.
martes, 5 de febrero de 2013
Gustos, disgustos y responsabilidad
Si observo mi vida, constato que lo que hace que no me sienta totalmente insatisfecha conmigo misma es el hecho de que a veces (no siempre) he asumido la responsabilidad que me correspondía (hacia mí y hacia la gente que me ha sido encomendada) más allá de mis gustos y disgustos.
Y a la inversa, lo que más me cuesta perdonarme es el hecho de que a veces (no siempre) he antepuesto mis gustos y disgustos a esa responsabilidad.
Y a la inversa, lo que más me cuesta perdonarme es el hecho de que a veces (no siempre) he antepuesto mis gustos y disgustos a esa responsabilidad.
Lesa austeridad
El contacto con la muerte dota de austeridad al alma.
Eso significa que inmediatamente se hacen conscientes los pecados de lesa austeridad.
Contra uno mismo.
Eso significa que inmediatamente se hacen conscientes los pecados de lesa austeridad.
Contra uno mismo.
Desgracia y vanidad
“Nuestro yo es un objeto lleno de insatisfacción en el que no encontramos otra cosa que desgracia y vanidad.”
( Montaigne)
( Montaigne)
Una cultura empresarial disfuncional
Un reto para la élite empresarial
Sin cambiar los hábitos corporativistas y rentistas de una parte del empresariado no saldremos de la crisis. Hacen falta líderes que rompan el mercantilismo plutocrático en el que estamos inmersos
Ángel Pascual-Ramsay 5 FEB 2013 - 00:00 CET (Fuente: El País)
Entre el ruido y la furia antipolítica que enturbia hoy la conversación pública española, un hecho esencial parece haber quedado olvidado: fue el sector privado, no el público, el que causó la crisis. La actuación de nuestros políticos ha sido sin duda inadecuada, pero fue determinada élite empresarial y financiera la que, con sus decisiones privadas de inversión y abuso del crédito, llevó al país al borde de la quiebra. No se trata de culpabilizar, sino de hacer un diagnóstico acertado de las causas de la crisis para así poder superarla y no volver a repetirla. Las indudables limitaciones de nuestras instituciones públicas y Administración no eximen de su responsabilidad a determinada élite empresarial de haber construido un modelo económico con pies de barro incapaz de hacer frente a la crisis internacional.
Sin embargo, corremos el riesgo de enterrar esta realidad bajo el discurso fácil del victimismo y la demonización de la clase política. Sería un grave error, pues nuestro problema no es solo la corrupción, que también, sino aún más la falta de crecimiento económico, consecuencia en buena medida de la incapacidad de nuestra élite económica, tras 30 años de democracia y economía de mercado y con el viento a favor durante una buena parte de ese periodo, de crear una estructura económica dinámica, innovadora y competitiva, capaz de generar crecimiento y empleo de calidad.
Al bajar la marea de los excesos, la supuesta excelencia se revela a veces como producto del crédito fácil, el corporativismo rentista e incluso actuaciones delictivas. Un modelo que en muchos de sus sectores está dominado por un establishment corporativo que, en connivencia con los poderes públicos, conforma una oligarquía público / privada que tiene cooptado el sistema en su beneficio y bloqueada la energía creativa del país; un mercantilismo plutocrático, en concepto del filósofo Roberto Unger, y que Andrés Ortega y yo mismo hemos desarrollado en nuestro libro ¿Qué nos ha pasado? El fallo de un país. Las víctimas de este sistema no son solo consumidores que pagan precios abusivos y asalariados precarizados por un empresariado que prefiere contratos de seis meses a invertir en sus empleados, sino también la mayoría de empresarios, autónomos y pymes que, como Sísifo, luchan inútilmente por salir adelante en un sistema sin verdadera igualdad de oportunidades.
La narrativa dominante es, paradójicamente, la contraria. La de una élite empresarial y unas multinacionales dinámicas lastradas por la política. Como argumento exculpatorio puede ser válido; como descripción de la realidad, no. Efectivamente, en España ha habido una extracción de rentas, pero los extractores han sido principalmente cierta élite empresarial y financiera que ha metido a los españoles en sucesivos corralitos, desde las preferentes hasta el inmobiliario. En su Ideology and real politics, el filósofo Raymond Geuss desarrolla su teoría de la distracción como ideología, de la que la conversación pública en España es hoy un buen ejemplo. Mientras se hable solo de la corrupción y la clase política, con los movimientos sociales y medios de comunicación como inconscientes aliados, no pondremos el foco en lo más necesario: la transformación de nuestro modelo productivo y la necesidad para ello de un cambio en los hábitos de parte de nuestra élite empresarial y financiera. Como evidencia, basta recordar algunos rasgos de nuestro sector privado cuando estalló la crisis y que llevaron a un modelo de crecimiento insostenible:
—Alto endeudamiento. En el origen de la crisis está el endeudamiento privado, incluido el empresarial, no el público; en 2007, la deuda pública era de un 36% del PIB; la privada, del 200%.
—Deterioro de la competitividad. A pesar de que las élites económicas conservadoras lograron imponer una falsa narrativa que responsabilizaba de nuestra pérdida de competitividad a la subida de salarios por encima de la productividad, la principal causa fueron los márgenes de beneficio empresariales, cuya contribución al diferencial de inflación con la zona euro durante el último ciclo de crecimiento fue casi el triple que la de los salarios.
—Ausencia de competencia. La principal causa de estos altos márgenes de beneficios fue la escasa competencia en muchos de los mercados de productos y servicios, dominados por unas pocas grandes empresas que erigen, en connivencia con los poderes públicos, injustificables barreras a la competencia que dificulta la reducción de precios.
—Poca innovación. Pese a excepcionales historias de éxito, el sector privado español no innova al ritmo que sus competidores. En 2007, al comienzo de la crisis, el gasto de las empresas españolas en I+D+i era de tan solo un 61% de la media de la UE27. Mientras que el gasto público era tan solo un 19% menor que la media de la OCDE, el privado era un 67% menor. Las empresas coreanas invierten en I+D+i cuatro veces más; las alemanas, el triple, y las francesas, el doble, a pesar de que España es el país europeo con más subvenciones a la I+D+i.
—Insuficiente inversión en capital humano, debido a una cultura que, aprovechando la amplia bolsa de desempleados, ni invierte en la formación ni motiva a los trabajadores compartiendo con ellos los buenos resultados. La forma en la que la reforma laboral está siendo usada, no como herramienta de flexibilidad salarial interna, sino como mecanismo de despido, vuelve a dar cuenta de esta visión cortoplacista.
—Irresponsabilidad fiscal. El 71% de la evasión fiscal que se da en nuestro país es imputable a grandes corporaciones y fortunas. Pese a las continuas referencias a que el tipo de impuesto de sociedades es de los más altos de Europa, la realidad es que el tipo efectivo de las grandes empresas, después de deducciones, es de los más bajos.
—Débil gobernanza corporativa. Los consejeros de las grandes empresas españolas son los mejor pagados después de los suizos, algo que solo se explica por su falta de independencia y permisividad ante actitudes abusivas por parte de sus ejecutivos, en lugar de imponer rendición de cuentas o defender los derechos de los accionistas. En todos los países del mundo pasan cosas, pero en España, cuando pasan, no pasa nada.
En muchos de estos aspectos, el Estado tiene, por supuesto, parte de responsabilidad; por ejemplo, con un sistema fiscal que canalizaba el ahorro hacia sectores de baja productividad o un mercado laboral dual que no incentiva la formación. Como también la tienen los sindicatos, por su falta de modernización y su aquiescencia, incluso pertenencia, a ese mercantilismo plutocrático que protege a los insiders y abandona a los que no tienen la suerte de estar dentro. Las instituciones son sin duda determinantes, pero no son solo resultado de la acción política, sino también de la actuación de los agentes privados. Resulta surrealista pretender que los agentes empresariales no tengan nada que ver con nuestros bajos niveles de productividad, inversión o formación, o la corrupción. Hay países, como Italia, donde un sistema político disfuncional no ha impedido a las élites empresariales construir un sistema productivo dinámico.
La élite empresarial responsable puede reaccionar de dos formas: seguir refugiándose en el victimismo o hacer frente a sus carencias y superarlas. Sin lo segundo, España no saldrá de la crisis. Pero para lograrlo hace falta un cambio de cultura. En la persuasiva teoría del liderazgo de Ronald Heifetz, liderar consiste en la capacidad de movilizar a un colectivo para superar la contradicción entre lo que dice ser, o quiere ser, y lo que realmente es. Hoy, en España, una parte de la élite empresarial dice ser una cosa, pero es otra muy distinta; reclama una España competitiva e innovadora, pero sus comportamientos de inversión, formación, fiscalidad, corrupción o competencia van en dirección contraria. Catalizar ese reto adaptativo es la mejor contribución que puede y debe hacer un grupo comprometido y verdaderamente patriota de líderes empresariales a la necesaria regeneración del país. España necesita que los verdaderos empresarios, la mayoría, tomen el mando.
Al bajar la marea de los excesos, la supuesta excelencia se revela a veces como producto del crédito fácil, el corporativismo rentista e incluso actuaciones delictivas. Un modelo que en muchos de sus sectores está dominado por un establishment corporativo que, en connivencia con los poderes públicos, conforma una oligarquía público / privada que tiene cooptado el sistema en su beneficio y bloqueada la energía creativa del país; un mercantilismo plutocrático, en concepto del filósofo Roberto Unger, y que Andrés Ortega y yo mismo hemos desarrollado en nuestro libro ¿Qué nos ha pasado? El fallo de un país. Las víctimas de este sistema no son solo consumidores que pagan precios abusivos y asalariados precarizados por un empresariado que prefiere contratos de seis meses a invertir en sus empleados, sino también la mayoría de empresarios, autónomos y pymes que, como Sísifo, luchan inútilmente por salir adelante en un sistema sin verdadera igualdad de oportunidades.
La narrativa dominante es, paradójicamente, la contraria. La de una élite empresarial y unas multinacionales dinámicas lastradas por la política. Como argumento exculpatorio puede ser válido; como descripción de la realidad, no. Efectivamente, en España ha habido una extracción de rentas, pero los extractores han sido principalmente cierta élite empresarial y financiera que ha metido a los españoles en sucesivos corralitos, desde las preferentes hasta el inmobiliario. En su Ideology and real politics, el filósofo Raymond Geuss desarrolla su teoría de la distracción como ideología, de la que la conversación pública en España es hoy un buen ejemplo. Mientras se hable solo de la corrupción y la clase política, con los movimientos sociales y medios de comunicación como inconscientes aliados, no pondremos el foco en lo más necesario: la transformación de nuestro modelo productivo y la necesidad para ello de un cambio en los hábitos de parte de nuestra élite empresarial y financiera. Como evidencia, basta recordar algunos rasgos de nuestro sector privado cuando estalló la crisis y que llevaron a un modelo de crecimiento insostenible:
—Alto endeudamiento. En el origen de la crisis está el endeudamiento privado, incluido el empresarial, no el público; en 2007, la deuda pública era de un 36% del PIB; la privada, del 200%.
—Deterioro de la competitividad. A pesar de que las élites económicas conservadoras lograron imponer una falsa narrativa que responsabilizaba de nuestra pérdida de competitividad a la subida de salarios por encima de la productividad, la principal causa fueron los márgenes de beneficio empresariales, cuya contribución al diferencial de inflación con la zona euro durante el último ciclo de crecimiento fue casi el triple que la de los salarios.
—Ausencia de competencia. La principal causa de estos altos márgenes de beneficios fue la escasa competencia en muchos de los mercados de productos y servicios, dominados por unas pocas grandes empresas que erigen, en connivencia con los poderes públicos, injustificables barreras a la competencia que dificulta la reducción de precios.
—Poca innovación. Pese a excepcionales historias de éxito, el sector privado español no innova al ritmo que sus competidores. En 2007, al comienzo de la crisis, el gasto de las empresas españolas en I+D+i era de tan solo un 61% de la media de la UE27. Mientras que el gasto público era tan solo un 19% menor que la media de la OCDE, el privado era un 67% menor. Las empresas coreanas invierten en I+D+i cuatro veces más; las alemanas, el triple, y las francesas, el doble, a pesar de que España es el país europeo con más subvenciones a la I+D+i.
—Insuficiente inversión en capital humano, debido a una cultura que, aprovechando la amplia bolsa de desempleados, ni invierte en la formación ni motiva a los trabajadores compartiendo con ellos los buenos resultados. La forma en la que la reforma laboral está siendo usada, no como herramienta de flexibilidad salarial interna, sino como mecanismo de despido, vuelve a dar cuenta de esta visión cortoplacista.
—Irresponsabilidad fiscal. El 71% de la evasión fiscal que se da en nuestro país es imputable a grandes corporaciones y fortunas. Pese a las continuas referencias a que el tipo de impuesto de sociedades es de los más altos de Europa, la realidad es que el tipo efectivo de las grandes empresas, después de deducciones, es de los más bajos.
—Débil gobernanza corporativa. Los consejeros de las grandes empresas españolas son los mejor pagados después de los suizos, algo que solo se explica por su falta de independencia y permisividad ante actitudes abusivas por parte de sus ejecutivos, en lugar de imponer rendición de cuentas o defender los derechos de los accionistas. En todos los países del mundo pasan cosas, pero en España, cuando pasan, no pasa nada.
En muchos de estos aspectos, el Estado tiene, por supuesto, parte de responsabilidad; por ejemplo, con un sistema fiscal que canalizaba el ahorro hacia sectores de baja productividad o un mercado laboral dual que no incentiva la formación. Como también la tienen los sindicatos, por su falta de modernización y su aquiescencia, incluso pertenencia, a ese mercantilismo plutocrático que protege a los insiders y abandona a los que no tienen la suerte de estar dentro. Las instituciones son sin duda determinantes, pero no son solo resultado de la acción política, sino también de la actuación de los agentes privados. Resulta surrealista pretender que los agentes empresariales no tengan nada que ver con nuestros bajos niveles de productividad, inversión o formación, o la corrupción. Hay países, como Italia, donde un sistema político disfuncional no ha impedido a las élites empresariales construir un sistema productivo dinámico.
La élite empresarial responsable puede reaccionar de dos formas: seguir refugiándose en el victimismo o hacer frente a sus carencias y superarlas. Sin lo segundo, España no saldrá de la crisis. Pero para lograrlo hace falta un cambio de cultura. En la persuasiva teoría del liderazgo de Ronald Heifetz, liderar consiste en la capacidad de movilizar a un colectivo para superar la contradicción entre lo que dice ser, o quiere ser, y lo que realmente es. Hoy, en España, una parte de la élite empresarial dice ser una cosa, pero es otra muy distinta; reclama una España competitiva e innovadora, pero sus comportamientos de inversión, formación, fiscalidad, corrupción o competencia van en dirección contraria. Catalizar ese reto adaptativo es la mejor contribución que puede y debe hacer un grupo comprometido y verdaderamente patriota de líderes empresariales a la necesaria regeneración del país. España necesita que los verdaderos empresarios, la mayoría, tomen el mando.
Ángel Pascual-Ramsay es director de Global Risks de ESADEgeo.
Un pensador interesante
ENTREVISTA
John Ralston Saul: “No hay razón para salvar a los bancos”
Anticipó la crisis y el colapso del modelo económico
Este escritor y ensayista canadiense propone rescatar a los ciudadanos desahuciados antes que a los bancos y pasar página respecto a la deuda para prosperar.
La persecución del Santo Grial del crecimiento es un error; la economía se ha convertido en asunto de ficción; el dinero ya no representa nada real; hay que reconsiderar qué es una deuda y qué papel deben desempeñar los bancos en un nuevo mundo. Estas son algunas de las ideas que vertebran el pensamiento de John Ralston Saul, escritor, ensayista y filósofo canadiense al que la revista Time calificó de “profeta”.
Por alternativo que pueda resultar su discurso, Ralston está lejos de ser, a sus 64 años, un perroflauta. Alto, delgado y de elegantes andares, acompaña su aspecto de dandi con un discurso sin paños calientes. No reniega del capitalismo; de hecho, reivindica a uno de los referentes del liberalismo, Adam Smith. Pero propone medidas como que se rescate a los ciudadanos desahuciados o sepultados por una hipoteca en vez de salvar a unos bancos que solo conseguirán que la espiral de la deuda siga creciendo.
Una cita poderosa encabeza su último libro, El colapso de la globalización y la reinvención de mundo: “Todavía no entiendo del todo por qué ocurrió. Alan Greenspan, 23 de octubre de 2008”. La frase del exdirector de la Reserva Federal estadounidense da la medida del desconcierto que ha creado la crisis, incluso entre aquellos que la incubaron. Y a ese desconcierto es a lo que se viene enfrentando en los últimos años este pensador canadiense que nada a contracorriente.
PREGUNTA: Estamos inmersos en un periodo negro de la economía, y no parece que las cosas mejoren sustancialmente, ni en el mundo, ni en España, ni…
RESPUESTA: Existe una nueva religión absoluta del crecimiento, el comercio, la santidad de la deuda y de los contratos comerciales, con la que intentan hacernos creer lo inteligentes que son los políticos y lo estúpidos que somos los demás. Da igual lo mala que sea la situación actual, ellos siguen aplicando las mismas recetas, haciendo lo mismo. Eso es lo que se está haciendo en España y en todas partes. El sistema avanza en la misma dirección. Los problemas que hay se están agravando. Nadie reconoce cuál es el auténtico problema. El crecimiento no nos va a sacar de donde estamos; la austeridad, tampoco. Veremos cómo resisten todo esto las democracias. Están poniendo la democracia en peligro.
Ralston es un hombre de discurso ágil y fluido, sin pelos en la lengua. Nos encontramos con él en el restaurante de un céntrico hotel de Barcelona. La revista norteamericana de pensamiento alternativo Utne Reader le situó entre los 100 pensadores y visionarios más importantes del mundo. Autor de 16 libros (entre ellos, el ensayo filosófico Los bastardos de Voltaire. La dictadura de la razón en Occidente) y de cinco novelas que han sido traducidos a 22 idiomas, Ralston Saul es además el presidente del PEN International, asociación de escritores que data de 1921 y lucha por la libertad de expresión en todo el mundo.
En 2005, tres años antes de que se desencadenase la crisis, publicó el libro El colapso de la globalización y la reinvención de mundo, del que lleva vendidas 400.000 copias, según los datos que facilita su editorial, RBA. En él analizaba el fracaso de los criterios que guían el sistema de relaciones económicas y financieras entre países, explicaba la crisis de un modelo y anticipaba un colapso. En 2009, a la vista de que algunas de sus predicciones se habían cumplido, reeditó con añadidos un libro que llega ahora en su versión española, con un prólogo que aborda cuestiones como el rescate de Bankia.
P: En el libro sostiene usted que el dinero no es real y que nos hemos convertido en sus esclavos. Habla de que vivimos en una economía ficticia. Y dice que en los años setenta el comercio era seis veces el valor de los bienes y que en 1995 era 50 veces más. ¿Cuántas veces más lo es ahora?
R: Nadie lo sabe, pero debe de estar alrededor de 150. Lo más vergonzoso es que los números no están disponibles, o al menos yo no he podido encontrarlos.
P: ¿Y eso qué significa?
R: La ironía es que la globalización ha conducido a lo opuesto de lo que prometía. Prometió competencia, y ha causado el regreso a los oligopolios; prometió renovación del capitalismo, y ha supuesto la vuelta al mercantilismo; prometió el final del nacionalismo feo [sostiene que también hay un nacionalismo positivo], y ha traído la era más nacionalista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Prometió crecimiento, no tenemos crecimiento; prometió empleo, no tenemos empleo… y así se puede seguir con la lista. Nada de lo prometido ha ocurrido. Dijeron que con el keynesianismo se imprimía mucho dinero; que había que controlar el dinero en circulación y que eso haría funcionar la economía. El hecho es que todo este periodo ha llevado a la mayor expansión en la cantidad de dinero en la historia del mundo, hemos visto cientos de ejemplos de nuevos tipos de dinero: las tarjetas de crédito, los bonos basura, los derivados… Todo eso es imprimir dinero, pura inflación de la cantidad de dinero. El argumento capitalista era que el dinero era lo que engrasaba la maquinaria. Pero llegado un momento dijeron: el dinero es real, por eso es bueno tener a gente trabajando en el sector financiero. ¿Las fusiones y grandes adquisiciones de empresas?: eso es imprimir dinero. Cada vez que una compañía compra otra y se endeuda en, digamos, 700.000 dólares, eso quiere decir que se acaban de imprimir 700.000 dólares, acaban de crear 700.000 dólares que antes no existían. Nunca tuvimos tanto dinero circulando en el mundo y tan mal repartido. Y por eso cuando ocurre la crisis, la gente que es parte de esa lunática inflación dice: hay que salvar a los bancos.
P: ¿Y no hay que rescatar a los bancos?
R: No hay razón para salvar a los bancos, no necesitamos tanto dinero. Lo razonable habría sido aprovechar la oportunidad para limpiar el desorden. No hay más que tomar el ejemplo español de Bankia. Una buena política habría sido, por ejemplo, que el Gobierno anunciase que pagaría todas las hipotecas hasta una cantidad determinada, pongamos 300.000 euros. Das el dinero a la gente que está en su casa y que tiene una hipoteca, y de hecho salvas a los bancos: es el ciudadano el que da el dinero a los bancos al cancelar su hipoteca. De pronto, la gente ya no tiene deudas y puede gastar lo que gana. Así es como se crea una clase propietaria y además se relanza la economía. Es tan simple.
P: ¿Y eso es posible?
R: Por supuesto. Para mí la pregunta es: ¿es posible que demos todo ese dinero a los bancos, que fueron los que crearon el problema, para que no se gasten ese dinero y para que continúen autoconcediéndose enormes bonus? ¿Es eso posible? ¿Es eso legal? ¡Vamos, denme un respiro! Hay otra opción: no queremos salvar a todos los bancos, no queremos tanto dinero, así que paguemos 150.000 euros de esas hipotecas y cancelemos el resto de la deuda, 150.000. Los Gobiernos tienen el poder para hacerlo. De ese modo, 150.000 euros no vuelven a los bancos, limpias el sistema bancario y reduces la cantidad de dinero que circula, que es algo positivo.
John Ralston Saul (Ottawa, Canadá, 1947) es un hombre que viaja constantemente por todo el mundo. Siempre lo ha hecho. Sobre estas líneas, una foto del año 1976, en el Ártico, adonde acudió como ‘número dos’ de Petro-Canada, una iniciativa que el Gobierno canadiense puso en marcha en los setenta, en plena crisis energética, para recuperar el control sobre sus reservas de petróleo.
Su condición de presidente del PEN International, asociación de escritores creada en 1921 que lucha por la libertad de expresión, le hace moverse de un lado a otro continuamente. En noviembre estuvo en Turquía con una delegación de 20 escritores: “La situación de la libertad de expresión se está deteriorando en ese país”, afirma. “Hay 70 escritores en prisión y 70 inmersos en juicios imposibles”.
P: Pero no debe de ser tan fácil de hacer. Por ejemplo, la gente que alquila se sentiría agraviada.
R: Habría que estudiar los números. La política económica es intentar mover las cosas en una buena dirección. No significa hacer exactamente lo mismo en cada sitio, ni significa que tengas que hacerlo todo a la vez. Resuelves primero ese gran problema y luego haces un programa para alquileres de forma que la gente pueda comprarse la casa que está alquilando. Se pueden hacer más cosas. Por ejemplo, dar una renta mínima a la gente en vez de que tenga que hacer colas para acceder a prestaciones, subsidios y ayudas, en vez de humillarla examinando sus requisitos una y otra vez; ayudas que además resultan caras de administrar… Muchos conservadores, liberales y socialdemócratas responsables están de acuerdo en que sería mucho mejor una renta garantizada anual. Supondría liberar a la sociedad, devolver a la gente el respeto por sí misma. La gente humillada o marginada se sentiría parte de la sociedad. Es curioso, pero hay mucha gente que está de acuerdo con estas ideas.
P: ¿Ah, sí?, ¿y dónde están esos conservadores y liberales que piensan así?
R: ¡En todas partes! No están entre los neoconservadores, pero sí entre muchos conservadores. Muchos empresarios creen en esto. Pero como el debate se pierde en los pequeños detalles y la idea dominante es que hay que reducir el peso del Estado, nadie pone estas cuestiones sobre la mesa.
P: ¿Qué posibilidades hay de que algo como lo que relata se pueda llevar a cabo?
R: Hay posibilidades, por supuesto; han sido posibles muchas otras cosas en los últimos años. Por ejemplo: la clase directiva del sector privado ha conseguido, presionando a los Gobiernos, regulaciones que han convertido el fraude en algo legal. Ahí están esos consejeros delegados percibiendo bonus y participaciones en las acciones, ganando millones cada año: ¡pero si solo son gerentes! Están en el puesto por cinco años, se irán a jugar al golf cuando se retiren, ¡no son nadie! ¡Nadie conoce sus nombres, no han hecho nada en particular! ¿Deberían cobrar esos bonus cuando la empresa va mal? Ese no es el debate. El debate es: ¿deben recibir bonus? ¡Si ya les han pagado! Han usado su influencia para cambiar el sistema impositivo en todos los países para no tener que pagar demasiados impuestos por esos bonus. Eso es fraude. Probablemente, los dos ejemplos más evidentes de fraude desde la Segunda Guerra Mundial son: el cambio en las disposiciones de ingresos de los directivos, fraude evidente hecho legal, y la transferencia de la deuda privada de los últimos años al sector público.
P: La Unión Europea está corroída por la deuda…
R: Hay quien plantea los eurobonos como solución a la crisis europea. ¿Estamos de broma? Yo digo: acabemos con la deuda. No pueden admitir que se han equivocado, así que hacen como que los bonos son algo que les permite coger toda la deuda, colocarla en los bonos y venderlos. Están colocando a la civilización europea bajo el peso de una deuda que no existe. Si tuvieran algo de imaginación y algo de coraje, convocarían una cumbre y dirían: sí, los españoles han hecho mal esto, y los griegos han hecho cosas horribles con esto, pero ninguno de nosotros es una parte inocente; ¿cómo podemos resetear el reloj? Básicamente, vamos a envolver parte de esta deuda en un sobre, escribiremos en el sobre la frase “Esto es muy importante”, lo pondremos en un cajón, lo cerraremos y tiraremos la llave. ¡Hay que pasar página, hay que superarlo! En vez de esto, están intentando volver a hacer lo mismo que vienen haciendo durante años, pero como si no lo hicieran.
P: Una propuesta sorprendente…
R: La mía es responsable y honesta. Ellos están haciendo una propuesta delirante e increíblemente complicada que no va a funcionar y que no nos lleva a ningún sitio. Y en el camino hacen que la gente sufra. ¿Qué piensan que van a decir los griegos cuando les reduzcan el salario mínimo en un 22%? Está claro que esto es como una cuestión religiosa. Como la economía es la nueva religión, han aplicado la moral a la economía. La deuda pública tiene peso moral, pero la privada no. ¿Cómo se come eso? Este es uno de los fracasos de la globalización. Si el sector privado se puede librar de la deuda, el sector público también.
P: Pero entonces, ¿qué pasa, que la deuda en realidad no existe?
R: La verdad es que no. El dinero es una convención. Un árbol es real, el dinero es una convención. Los necios, cuando llega la crisis, están convencidos de que el dinero es real. Enrique IV fue considerado como el Buen Rey porque Francia estaba hundida por la deuda y la hizo desaparecer; a partir de ese momento vivieron 250 años de prosperidad, por quitarse la deuda; Atenas construyó toda su historia tras haberse librado de su deuda; el imperio norteamericano está enteramente construido sobra una quita, se quitaron la deuda de en medio cinco veces entre la guerra civil y 1929; la riqueza de Estados Unidos a lo largo del siglo XX está enteramente construida sobre el hecho de no haber pagado su deuda en 1929: tomaron dinero prestado en Europa, en los mercados, y con eso construyeron ferrocarriles, carreteras, rascacielos y tuvieron un colapso económico: quienes les dejaron dinero lo perdieron y ellos se quedaron con sus infraestructuras. Estados Unidos vivió cinco colapsos que al final le dejaron libre de su deuda y le permitieron convertirse en líder a partir de 1935.
John Ralston Saul es un hombre apasionado, un orador nato. No es un anticapitalista. Se declara partidario de muchos de los preceptos de Adam Smith, de la propiedad privada, del mercado, y también de los servicios públicos. Dice que el capitalismo va a continuar. Pero considera que la globalización ha hecho daño. Y señala algunos culpables en su libro. Cita a la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe: economistas, directivos, consultores y propagandistas, es decir, periodistas de economía: “Difundieron la idea de que el comercio libre, la globalización y la búsqueda del crecimiento eran el único camino a la prosperidad”, manifiesta.
El ensayista canadiense carga contra la llamada generación del informe. Sostiene que el mundo está en manos de economistas y empresarios de capacidades muy limitadas y que en muchos casos son “analfabetos funcionales”. Gente que solo contempla el corto plazo.
“Los historiadores económicos son los intelectuales; los macroeconómicos son los semiintelectuales que dieron forma a las ideas, y luego están las abejas trabajadoras, que trabajan en lo micro, que no piensan y solo hacen números. Se eliminó a los historiadores porque, una vez que tienes la verdad, no quieres que el pasado sea examinado. Promocionaron a los semiintelectuales a los altares. Y elevaron a los que solo hacen números”.
Dice que estamos en manos de estos últimos. Explica que el apogeo de la globalización se produjo a mediados de los noventa, años en que el comercio vivía días de máxima liberalización, los impuestos a las grandes fortunas se difuminaban, las privatizaciones y la desregulación campaban a sus anchas y la civilización occidental abrazaba la religión neoliberal y adoraba el mercado global.
P: Usted ya viene alertando desde hace tiempo contra la globalización…
R: Se veían signos de que la globalización estaba llegando a su fin desde 1995. La globalización se está derrumbando por los defectos que contenía desde el principio como programa ideológico-filosófico-social. Todavía estamos viviendo sus consecuencias: si España se rompe, si Grecia deja de ser una democracia, si en Canadá se producen problemas internos que la resquebrajan, todo ello, en gran parte, será un resultado de la globalización. Yo soy un gran admirador de Stiglitz y Krugman [en alusión a los dos reputados premios Nobel de Economía], pero son dos economistas, y no lo pueden evitar, se fijan en los detalles: habría que hacer esto, habría que hacer lo otro… Hacen bien, pero se les escapa la cuestión principal, la naturaleza de lo que está pasando, la naturaleza de la bestia llamada globalización.
P: Sostiene usted que la globalización se convirtió en religión, en dogma…
R: El Vaticano, en sus momentos de gran poder, era religión de modo marginal; más bien era una cuestión de política y de poder; con la globalización pasa algo similar: es algo económico, de modo marginal; es una cuestión de política y de control, de poder; es un modelo social, igual que la Iglesia católica lo fue o el imperio británico. Y se rompe porque como modelo social no funciona y siembra la catástrofe por el camino. En realidad, la globalización viene de un grupo de gente bastante marginal que tomó unas viejas ideas de mediados del siglo XIX pasadas de moda. Una de ellas era inglesa: el comercio libre, y la otra era el capitalismo de bucaneros, que se remonta a finales del XIX en Inglaterra y Estados Unidos. Unieron las dos cosas y dijeron: esta es una gran idea. Y no pensaron en las consecuencias de la unión de esas dos ideas. En la crisis de los años setenta estábamos con excedentes de producción, no se debía resolver el problema incrementando el comercio, porque ya había demasiados bienes. Es decir, la solución que encontraron para el problema era la contraria a lo que se necesitaba. Llevamos 30 años de abrumadora mediocridad intelectual, sin sentido de la historia, ni imaginación, ni creatividad, sin pensar qué estamos haciendo y adónde vamos: una gran banalidad con tremendos resultados.
(Fuente: El País)
Una cita poderosa encabeza su último libro, El colapso de la globalización y la reinvención de mundo: “Todavía no entiendo del todo por qué ocurrió. Alan Greenspan, 23 de octubre de 2008”. La frase del exdirector de la Reserva Federal estadounidense da la medida del desconcierto que ha creado la crisis, incluso entre aquellos que la incubaron. Y a ese desconcierto es a lo que se viene enfrentando en los últimos años este pensador canadiense que nada a contracorriente.
PREGUNTA: Estamos inmersos en un periodo negro de la economía, y no parece que las cosas mejoren sustancialmente, ni en el mundo, ni en España, ni…
RESPUESTA: Existe una nueva religión absoluta del crecimiento, el comercio, la santidad de la deuda y de los contratos comerciales, con la que intentan hacernos creer lo inteligentes que son los políticos y lo estúpidos que somos los demás. Da igual lo mala que sea la situación actual, ellos siguen aplicando las mismas recetas, haciendo lo mismo. Eso es lo que se está haciendo en España y en todas partes. El sistema avanza en la misma dirección. Los problemas que hay se están agravando. Nadie reconoce cuál es el auténtico problema. El crecimiento no nos va a sacar de donde estamos; la austeridad, tampoco. Veremos cómo resisten todo esto las democracias. Están poniendo la democracia en peligro.
Ralston es un hombre de discurso ágil y fluido, sin pelos en la lengua. Nos encontramos con él en el restaurante de un céntrico hotel de Barcelona. La revista norteamericana de pensamiento alternativo Utne Reader le situó entre los 100 pensadores y visionarios más importantes del mundo. Autor de 16 libros (entre ellos, el ensayo filosófico Los bastardos de Voltaire. La dictadura de la razón en Occidente) y de cinco novelas que han sido traducidos a 22 idiomas, Ralston Saul es además el presidente del PEN International, asociación de escritores que data de 1921 y lucha por la libertad de expresión en todo el mundo.
En 2005, tres años antes de que se desencadenase la crisis, publicó el libro El colapso de la globalización y la reinvención de mundo, del que lleva vendidas 400.000 copias, según los datos que facilita su editorial, RBA. En él analizaba el fracaso de los criterios que guían el sistema de relaciones económicas y financieras entre países, explicaba la crisis de un modelo y anticipaba un colapso. En 2009, a la vista de que algunas de sus predicciones se habían cumplido, reeditó con añadidos un libro que llega ahora en su versión española, con un prólogo que aborda cuestiones como el rescate de Bankia.
P: En el libro sostiene usted que el dinero no es real y que nos hemos convertido en sus esclavos. Habla de que vivimos en una economía ficticia. Y dice que en los años setenta el comercio era seis veces el valor de los bienes y que en 1995 era 50 veces más. ¿Cuántas veces más lo es ahora?
R: Nadie lo sabe, pero debe de estar alrededor de 150. Lo más vergonzoso es que los números no están disponibles, o al menos yo no he podido encontrarlos.
P: ¿Y eso qué significa?
R: La ironía es que la globalización ha conducido a lo opuesto de lo que prometía. Prometió competencia, y ha causado el regreso a los oligopolios; prometió renovación del capitalismo, y ha supuesto la vuelta al mercantilismo; prometió el final del nacionalismo feo [sostiene que también hay un nacionalismo positivo], y ha traído la era más nacionalista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Prometió crecimiento, no tenemos crecimiento; prometió empleo, no tenemos empleo… y así se puede seguir con la lista. Nada de lo prometido ha ocurrido. Dijeron que con el keynesianismo se imprimía mucho dinero; que había que controlar el dinero en circulación y que eso haría funcionar la economía. El hecho es que todo este periodo ha llevado a la mayor expansión en la cantidad de dinero en la historia del mundo, hemos visto cientos de ejemplos de nuevos tipos de dinero: las tarjetas de crédito, los bonos basura, los derivados… Todo eso es imprimir dinero, pura inflación de la cantidad de dinero. El argumento capitalista era que el dinero era lo que engrasaba la maquinaria. Pero llegado un momento dijeron: el dinero es real, por eso es bueno tener a gente trabajando en el sector financiero. ¿Las fusiones y grandes adquisiciones de empresas?: eso es imprimir dinero. Cada vez que una compañía compra otra y se endeuda en, digamos, 700.000 dólares, eso quiere decir que se acaban de imprimir 700.000 dólares, acaban de crear 700.000 dólares que antes no existían. Nunca tuvimos tanto dinero circulando en el mundo y tan mal repartido. Y por eso cuando ocurre la crisis, la gente que es parte de esa lunática inflación dice: hay que salvar a los bancos.
P: ¿Y no hay que rescatar a los bancos?
R: No hay razón para salvar a los bancos, no necesitamos tanto dinero. Lo razonable habría sido aprovechar la oportunidad para limpiar el desorden. No hay más que tomar el ejemplo español de Bankia. Una buena política habría sido, por ejemplo, que el Gobierno anunciase que pagaría todas las hipotecas hasta una cantidad determinada, pongamos 300.000 euros. Das el dinero a la gente que está en su casa y que tiene una hipoteca, y de hecho salvas a los bancos: es el ciudadano el que da el dinero a los bancos al cancelar su hipoteca. De pronto, la gente ya no tiene deudas y puede gastar lo que gana. Así es como se crea una clase propietaria y además se relanza la economía. Es tan simple.
P: ¿Y eso es posible?
R: Por supuesto. Para mí la pregunta es: ¿es posible que demos todo ese dinero a los bancos, que fueron los que crearon el problema, para que no se gasten ese dinero y para que continúen autoconcediéndose enormes bonus? ¿Es eso posible? ¿Es eso legal? ¡Vamos, denme un respiro! Hay otra opción: no queremos salvar a todos los bancos, no queremos tanto dinero, así que paguemos 150.000 euros de esas hipotecas y cancelemos el resto de la deuda, 150.000. Los Gobiernos tienen el poder para hacerlo. De ese modo, 150.000 euros no vuelven a los bancos, limpias el sistema bancario y reduces la cantidad de dinero que circula, que es algo positivo.
Viajero alrededor del mundo
Su condición de presidente del PEN International, asociación de escritores creada en 1921 que lucha por la libertad de expresión, le hace moverse de un lado a otro continuamente. En noviembre estuvo en Turquía con una delegación de 20 escritores: “La situación de la libertad de expresión se está deteriorando en ese país”, afirma. “Hay 70 escritores en prisión y 70 inmersos en juicios imposibles”.
R: Habría que estudiar los números. La política económica es intentar mover las cosas en una buena dirección. No significa hacer exactamente lo mismo en cada sitio, ni significa que tengas que hacerlo todo a la vez. Resuelves primero ese gran problema y luego haces un programa para alquileres de forma que la gente pueda comprarse la casa que está alquilando. Se pueden hacer más cosas. Por ejemplo, dar una renta mínima a la gente en vez de que tenga que hacer colas para acceder a prestaciones, subsidios y ayudas, en vez de humillarla examinando sus requisitos una y otra vez; ayudas que además resultan caras de administrar… Muchos conservadores, liberales y socialdemócratas responsables están de acuerdo en que sería mucho mejor una renta garantizada anual. Supondría liberar a la sociedad, devolver a la gente el respeto por sí misma. La gente humillada o marginada se sentiría parte de la sociedad. Es curioso, pero hay mucha gente que está de acuerdo con estas ideas.
P: ¿Ah, sí?, ¿y dónde están esos conservadores y liberales que piensan así?
R: ¡En todas partes! No están entre los neoconservadores, pero sí entre muchos conservadores. Muchos empresarios creen en esto. Pero como el debate se pierde en los pequeños detalles y la idea dominante es que hay que reducir el peso del Estado, nadie pone estas cuestiones sobre la mesa.
P: ¿Qué posibilidades hay de que algo como lo que relata se pueda llevar a cabo?
R: Hay posibilidades, por supuesto; han sido posibles muchas otras cosas en los últimos años. Por ejemplo: la clase directiva del sector privado ha conseguido, presionando a los Gobiernos, regulaciones que han convertido el fraude en algo legal. Ahí están esos consejeros delegados percibiendo bonus y participaciones en las acciones, ganando millones cada año: ¡pero si solo son gerentes! Están en el puesto por cinco años, se irán a jugar al golf cuando se retiren, ¡no son nadie! ¡Nadie conoce sus nombres, no han hecho nada en particular! ¿Deberían cobrar esos bonus cuando la empresa va mal? Ese no es el debate. El debate es: ¿deben recibir bonus? ¡Si ya les han pagado! Han usado su influencia para cambiar el sistema impositivo en todos los países para no tener que pagar demasiados impuestos por esos bonus. Eso es fraude. Probablemente, los dos ejemplos más evidentes de fraude desde la Segunda Guerra Mundial son: el cambio en las disposiciones de ingresos de los directivos, fraude evidente hecho legal, y la transferencia de la deuda privada de los últimos años al sector público.
P: La Unión Europea está corroída por la deuda…
R: Hay quien plantea los eurobonos como solución a la crisis europea. ¿Estamos de broma? Yo digo: acabemos con la deuda. No pueden admitir que se han equivocado, así que hacen como que los bonos son algo que les permite coger toda la deuda, colocarla en los bonos y venderlos. Están colocando a la civilización europea bajo el peso de una deuda que no existe. Si tuvieran algo de imaginación y algo de coraje, convocarían una cumbre y dirían: sí, los españoles han hecho mal esto, y los griegos han hecho cosas horribles con esto, pero ninguno de nosotros es una parte inocente; ¿cómo podemos resetear el reloj? Básicamente, vamos a envolver parte de esta deuda en un sobre, escribiremos en el sobre la frase “Esto es muy importante”, lo pondremos en un cajón, lo cerraremos y tiraremos la llave. ¡Hay que pasar página, hay que superarlo! En vez de esto, están intentando volver a hacer lo mismo que vienen haciendo durante años, pero como si no lo hicieran.
P: Una propuesta sorprendente…
R: La mía es responsable y honesta. Ellos están haciendo una propuesta delirante e increíblemente complicada que no va a funcionar y que no nos lleva a ningún sitio. Y en el camino hacen que la gente sufra. ¿Qué piensan que van a decir los griegos cuando les reduzcan el salario mínimo en un 22%? Está claro que esto es como una cuestión religiosa. Como la economía es la nueva religión, han aplicado la moral a la economía. La deuda pública tiene peso moral, pero la privada no. ¿Cómo se come eso? Este es uno de los fracasos de la globalización. Si el sector privado se puede librar de la deuda, el sector público también.
P: Pero entonces, ¿qué pasa, que la deuda en realidad no existe?
R: La verdad es que no. El dinero es una convención. Un árbol es real, el dinero es una convención. Los necios, cuando llega la crisis, están convencidos de que el dinero es real. Enrique IV fue considerado como el Buen Rey porque Francia estaba hundida por la deuda y la hizo desaparecer; a partir de ese momento vivieron 250 años de prosperidad, por quitarse la deuda; Atenas construyó toda su historia tras haberse librado de su deuda; el imperio norteamericano está enteramente construido sobra una quita, se quitaron la deuda de en medio cinco veces entre la guerra civil y 1929; la riqueza de Estados Unidos a lo largo del siglo XX está enteramente construida sobre el hecho de no haber pagado su deuda en 1929: tomaron dinero prestado en Europa, en los mercados, y con eso construyeron ferrocarriles, carreteras, rascacielos y tuvieron un colapso económico: quienes les dejaron dinero lo perdieron y ellos se quedaron con sus infraestructuras. Estados Unidos vivió cinco colapsos que al final le dejaron libre de su deuda y le permitieron convertirse en líder a partir de 1935.
John Ralston Saul es un hombre apasionado, un orador nato. No es un anticapitalista. Se declara partidario de muchos de los preceptos de Adam Smith, de la propiedad privada, del mercado, y también de los servicios públicos. Dice que el capitalismo va a continuar. Pero considera que la globalización ha hecho daño. Y señala algunos culpables en su libro. Cita a la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe: economistas, directivos, consultores y propagandistas, es decir, periodistas de economía: “Difundieron la idea de que el comercio libre, la globalización y la búsqueda del crecimiento eran el único camino a la prosperidad”, manifiesta.
El ensayista canadiense carga contra la llamada generación del informe. Sostiene que el mundo está en manos de economistas y empresarios de capacidades muy limitadas y que en muchos casos son “analfabetos funcionales”. Gente que solo contempla el corto plazo.
“Los historiadores económicos son los intelectuales; los macroeconómicos son los semiintelectuales que dieron forma a las ideas, y luego están las abejas trabajadoras, que trabajan en lo micro, que no piensan y solo hacen números. Se eliminó a los historiadores porque, una vez que tienes la verdad, no quieres que el pasado sea examinado. Promocionaron a los semiintelectuales a los altares. Y elevaron a los que solo hacen números”.
Dice que estamos en manos de estos últimos. Explica que el apogeo de la globalización se produjo a mediados de los noventa, años en que el comercio vivía días de máxima liberalización, los impuestos a las grandes fortunas se difuminaban, las privatizaciones y la desregulación campaban a sus anchas y la civilización occidental abrazaba la religión neoliberal y adoraba el mercado global.
P: Usted ya viene alertando desde hace tiempo contra la globalización…
R: Se veían signos de que la globalización estaba llegando a su fin desde 1995. La globalización se está derrumbando por los defectos que contenía desde el principio como programa ideológico-filosófico-social. Todavía estamos viviendo sus consecuencias: si España se rompe, si Grecia deja de ser una democracia, si en Canadá se producen problemas internos que la resquebrajan, todo ello, en gran parte, será un resultado de la globalización. Yo soy un gran admirador de Stiglitz y Krugman [en alusión a los dos reputados premios Nobel de Economía], pero son dos economistas, y no lo pueden evitar, se fijan en los detalles: habría que hacer esto, habría que hacer lo otro… Hacen bien, pero se les escapa la cuestión principal, la naturaleza de lo que está pasando, la naturaleza de la bestia llamada globalización.
P: Sostiene usted que la globalización se convirtió en religión, en dogma…
R: El Vaticano, en sus momentos de gran poder, era religión de modo marginal; más bien era una cuestión de política y de poder; con la globalización pasa algo similar: es algo económico, de modo marginal; es una cuestión de política y de control, de poder; es un modelo social, igual que la Iglesia católica lo fue o el imperio británico. Y se rompe porque como modelo social no funciona y siembra la catástrofe por el camino. En realidad, la globalización viene de un grupo de gente bastante marginal que tomó unas viejas ideas de mediados del siglo XIX pasadas de moda. Una de ellas era inglesa: el comercio libre, y la otra era el capitalismo de bucaneros, que se remonta a finales del XIX en Inglaterra y Estados Unidos. Unieron las dos cosas y dijeron: esta es una gran idea. Y no pensaron en las consecuencias de la unión de esas dos ideas. En la crisis de los años setenta estábamos con excedentes de producción, no se debía resolver el problema incrementando el comercio, porque ya había demasiados bienes. Es decir, la solución que encontraron para el problema era la contraria a lo que se necesitaba. Llevamos 30 años de abrumadora mediocridad intelectual, sin sentido de la historia, ni imaginación, ni creatividad, sin pensar qué estamos haciendo y adónde vamos: una gran banalidad con tremendos resultados.
(Fuente: El País)
lunes, 4 de febrero de 2013
Muerte y más muerte
Otra llamada telefónica.
Otra muerte.
Esta vez, de alguien que me fue muy cercana.
De alguien con quien transité los paisajes raíces de mi infancia.
Hasta luego, querida.
No tengo más palabras.
Otra muerte.
Esta vez, de alguien que me fue muy cercana.
De alguien con quien transité los paisajes raíces de mi infancia.
Hasta luego, querida.
No tengo más palabras.
Una "legitimidad" blindada
Con el Parlamento y la sede del partido gobernante defendidos hasta el blindaje por la policía de la indignación de los ciudadanos, con centenares de políticos en los juzgados y el propio presidente del gobierno bajo sospecha, nuestros audaces "dirigentes" van por ahí hablando de su legitimidad.
Cosas veredes, amigo Sancho.
Cosas veremos todos.
Para verlas y no creerlas.
Cosas veredes, amigo Sancho.
Cosas veremos todos.
Para verlas y no creerlas.
domingo, 3 de febrero de 2013
Un hombre (en su sentir) honrado
Seguramente, Mariano Rajoy se tiene por un hombre honrado, y tal vez, a su manera, lo sea.
También seguramente, aceptó, durante once años, los consabidos sobres con dinero negro. Le gustara o no, era lo que había. Lo que hacían todos, con el archimegadios oscuro Aznar (Ansar, para los amigos americanos) a la cabeza. Lo que uno no podía negarse a hacer bajo pena de defenstre ipso facto.
Todavía también seguramente, fue él quien dio la orden, cuando llegó a presidir su partido, de acabar con esa práctica.
Demasiado poco. Demasiado tarde. Demasiado ayer. Demasiado ningún mañana.
Rajoy, como Rubalcaba, como tantos y tantos otros que llevan décadas en la política, pertenece a un tempo que ya ha dejado de correr.
Un tempo de una especie de despotismo dudosamente ilustrado en el que era posible financiarse con aportes de constructores a cambio de favores. En el que era posible presentar un programa sin ninguna intención de cumplirlo. En el que era posible ser un "demócrata" de fachada y aprovechar las mayorías absolutas para pasarse por el fundamento al Parlamento, a los votantes, y a la ciudadanía en general, porque "aquí mando yo, que sé lo que hay que hacer y lo que es mejor para todos vosotros". Un tempo de sumisión a las cúpulas del Partido, de listas cerradas, de despachos cerrados, de aire cerrado.
Un tempo que acabó.
Que acabó con la globalización, con la vuelta de la juventud al interés por las res pública, con el 15M,
con la gente en las plazas, con un Internet, ese sistema nervioso de la humanidad, que posibilita traer el ágora a cada casa y votar en cinco referendums todos los días, , como la imprenta posibilitó la alfabetización universal y desembocó en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de la Gran Revolución.
Ha llegado un tiempo nuevo.
Ha llegado un tiempo nuevo mientras las élites extractivas de las Matos, las Amy Nosecuántos, los primos, los cuñados, los Urdangarines y los asesores intentan tapar sus vergüenzas con el traje imposible del rey desnudo.
Y han perdido la oportunidad. La oportunidad de hacerse un honorable harakiri (hasta las Cortes franquistas tuvieron la dignidad de un suicidio consentido), realizar congresos peperos y pesoísticos de los de verdad, permitir la llegada de sangre nueva y dejar que gente de esta hora hiciera lo que había, lo que hay, lo que habrá inevitablemente que hacer.
No parece que estén por la labor.
Se hundirán con su barco, con sus sobres, con sus partidos mastodónticos, piramidales, momificados y corrompidos, e intentarán llevarse por delante al país, antes de soltar y marcharse a casa a escribir sus memorias, con la generosidad de los grandes.
Porque no son grandes.
Porque sólo son gentecilla que acepta sobres con sonrojo antes que poner las gónadas sobre la mesa y decir en voz alta que no.
Porque viven en el país de Nunca Jamás, entre registros de la propiedad, bolsos de Vuitton, coches oficiales y sueldos de seis cifras, en medio de un país que se desangra.
Porque no merecen más que la desaparición, el desprecio y el olvido.
Que es lo que van a acabar teniendo.
Sin discriminación de siglas.
También seguramente, aceptó, durante once años, los consabidos sobres con dinero negro. Le gustara o no, era lo que había. Lo que hacían todos, con el archimegadios oscuro Aznar (Ansar, para los amigos americanos) a la cabeza. Lo que uno no podía negarse a hacer bajo pena de defenstre ipso facto.
Todavía también seguramente, fue él quien dio la orden, cuando llegó a presidir su partido, de acabar con esa práctica.
Demasiado poco. Demasiado tarde. Demasiado ayer. Demasiado ningún mañana.
Rajoy, como Rubalcaba, como tantos y tantos otros que llevan décadas en la política, pertenece a un tempo que ya ha dejado de correr.
Un tempo de una especie de despotismo dudosamente ilustrado en el que era posible financiarse con aportes de constructores a cambio de favores. En el que era posible presentar un programa sin ninguna intención de cumplirlo. En el que era posible ser un "demócrata" de fachada y aprovechar las mayorías absolutas para pasarse por el fundamento al Parlamento, a los votantes, y a la ciudadanía en general, porque "aquí mando yo, que sé lo que hay que hacer y lo que es mejor para todos vosotros". Un tempo de sumisión a las cúpulas del Partido, de listas cerradas, de despachos cerrados, de aire cerrado.
Un tempo que acabó.
Que acabó con la globalización, con la vuelta de la juventud al interés por las res pública, con el 15M,
con la gente en las plazas, con un Internet, ese sistema nervioso de la humanidad, que posibilita traer el ágora a cada casa y votar en cinco referendums todos los días, , como la imprenta posibilitó la alfabetización universal y desembocó en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de la Gran Revolución.
Ha llegado un tiempo nuevo.
Ha llegado un tiempo nuevo mientras las élites extractivas de las Matos, las Amy Nosecuántos, los primos, los cuñados, los Urdangarines y los asesores intentan tapar sus vergüenzas con el traje imposible del rey desnudo.
Y han perdido la oportunidad. La oportunidad de hacerse un honorable harakiri (hasta las Cortes franquistas tuvieron la dignidad de un suicidio consentido), realizar congresos peperos y pesoísticos de los de verdad, permitir la llegada de sangre nueva y dejar que gente de esta hora hiciera lo que había, lo que hay, lo que habrá inevitablemente que hacer.
No parece que estén por la labor.
Se hundirán con su barco, con sus sobres, con sus partidos mastodónticos, piramidales, momificados y corrompidos, e intentarán llevarse por delante al país, antes de soltar y marcharse a casa a escribir sus memorias, con la generosidad de los grandes.
Porque no son grandes.
Porque sólo son gentecilla que acepta sobres con sonrojo antes que poner las gónadas sobre la mesa y decir en voz alta que no.
Porque viven en el país de Nunca Jamás, entre registros de la propiedad, bolsos de Vuitton, coches oficiales y sueldos de seis cifras, en medio de un país que se desangra.
Porque no merecen más que la desaparición, el desprecio y el olvido.
Que es lo que van a acabar teniendo.
Sin discriminación de siglas.
Tu muerte, mi muerte
Desde que me asomé a tu muerte, desde que me la bebí trago a trago, estertor a estertor, apnea a apnea, ya sé cómo nos morimos. Cómo me voy a morir.
Desde que te acompañé, cogida de tu mano, mientras transitabas ¿hacia dónde? puedo (casi, en cierta manera) visualizarme a mí misma en ese trance animal, terrible y pavoroso, visualizar mi cuerpo luchando por respirar, haciendo pausas cada vez más largas, perdiendo y recuperando el pulso, en un combate de horas, hasta que el corazón, agotado, termina por rendirse, el rostro se afila, los labios palidecen, la lengua aún se mueve en un último reflejo, y el cuerpo queda quieto, quieto por fin, abierta la boca en el postrero intento de recuperar un aire imposible.
Así me voy, así nos vamos a morir, lenta, implacable, seguramente.
Sin saber lo que siempre, siempre hemos querido, queremos, querremos saber, hasta que nos hayamos muerto.
Desde que te acompañé, cogida de tu mano, mientras transitabas ¿hacia dónde? puedo (casi, en cierta manera) visualizarme a mí misma en ese trance animal, terrible y pavoroso, visualizar mi cuerpo luchando por respirar, haciendo pausas cada vez más largas, perdiendo y recuperando el pulso, en un combate de horas, hasta que el corazón, agotado, termina por rendirse, el rostro se afila, los labios palidecen, la lengua aún se mueve en un último reflejo, y el cuerpo queda quieto, quieto por fin, abierta la boca en el postrero intento de recuperar un aire imposible.
Así me voy, así nos vamos a morir, lenta, implacable, seguramente.
Sin saber lo que siempre, siempre hemos querido, queremos, querremos saber, hasta que nos hayamos muerto.
Escucha
Lo que contaba era tan terrible, tan desgarrador, tan sin solución, que sólo pude escucharlo.
Escucharlo sin decir nada, de pie durante más de una hora al lado de su cama, mientras los dos policías que guardaban la puerta de la habitación asomaban de vez en cuando la cabeza, para cerciorarse de que no me ocurría nada.
Y, cuando terminó de hablar, me miró desde el fondo de su tragedia y me dijo:
"Gracias. Es la primera vez que alguien me escucha en diecisiete años."
Escucharlo sin decir nada, de pie durante más de una hora al lado de su cama, mientras los dos policías que guardaban la puerta de la habitación asomaban de vez en cuando la cabeza, para cerciorarse de que no me ocurría nada.
Y, cuando terminó de hablar, me miró desde el fondo de su tragedia y me dijo:
"Gracias. Es la primera vez que alguien me escucha en diecisiete años."
Manos unidas
La intimidad callada
de una manos unidas
en la penumbra
de una sala de cine.
La sencilla verdad
de lo que eres
viajando hasta mi pecho
a través de tu mano.
A.S.
de una manos unidas
en la penumbra
de una sala de cine.
La sencilla verdad
de lo que eres
viajando hasta mi pecho
a través de tu mano.
A.S.
3D
Dolor de cabeza.
Dolor de ojos.
Odio el cine en 3D.
Y, si la película dura tres horas, ya, ni hablemos.
Dolor de ojos.
Odio el cine en 3D.
Y, si la película dura tres horas, ya, ni hablemos.
sábado, 2 de febrero de 2013
viernes, 1 de febrero de 2013
Otra verdad
"Terminarás por comprender que, vayas donde vayas, llevas contigo tu paisaje interno."
(Silo)
(Silo)
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