Cuando decía el que lo decía "sólo sé que no sé nada", para entender realmente lo que estaba diciendo, habría que haberle visto la cara.
Que es, dicen los que lo dicen, el espejo del alma.
A lo mejor era, sencillamente, de cansancio.
O de absoluta perplejidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario