Cuantos más años pasan y más consciente me hago de la complejidad de la vida, menos inclinada me siento a juzgar.
Sin embargo, a veces no puedo evitar hacerlo. A los demás y a mí misma.
Para concluir nuestra innegable responsabilidad.
Y también nuestra imperfecta inocencia.
Inextrincablemente ligadas.
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