viernes, 11 de enero de 2013

De Ulises y la soledad

Ulises, con la prudencia que le era propia, pidió a su tripulación que lo atase al palo mayor, para poder oír sin peligro el canto irresistible de las sirenas.
Navegando sin compañía, atarse resulta complicado.
Y desatarse luego, más aún.

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