lunes, 14 de enero de 2013

El clon

Cuando mi último ex marido, el financiero Vladimir Turiev, me dio a escoger como regalo de cumpleaños entre un jet privado y una clonación, debí elegir sin dudar un momento el puñetero avión.
Y, sobre todo, debí cortarme la muy manicurada mano derecha antes de ceder a un extemporáneo ataque de compasión y firmar la autorización para que sacaran del tanque a mi recién incubado doble y, en virtud de una novedosa legislación  promulgada a instancias del Movimieto para la Liberación de Clones, Robots y Otros Artefactos (MLCROA), le permitieran vivir su vida libremente.
Y es que ha venido a resultar que, a pesar de tener mis mismos genes, aspecto y cerebro, parece habérselas apañado para ser feliz, la muy puta.

(Amelia de Sola: Leyendas apócrifas)

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