Un experimento realizado en la Universidad de Huttlelac, en los años ´90, por un prestigioso equipo multidisciplinar, y con todas las garantía metodológicas, demostró, más allá de toda duda, que los seres humanos son absolutamente incapaces de cualquier aprendizaje relevante.
Las mejores revistas de la especialidad se negaron a publicar los resultados, y desde entonces, el detallado estudio coge ciberpolvo en los circuitos de un viejo ordenador ya descatalogado.
No obstante, y pese a las severas admoniciones del decano, alguien se fue de la lengua, y el rumor de la irreductible torpeza de nuestra especie para lo que verdaderamente vale la pena, se extendió poco a poco entre los expertos y aún entre los profanos cultivados, y hoy por hoy comienza a ser un lugar común incluso para el hombre de la calle.
(Amelia de Sola: Leyendas apócrifas)
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