Parece haber sólo una regla: Cuanto más envejecemos, menos podemos permitirnos la infantil tontería de mimar al yo. Simplemente no podemos permitirnos preocuparnos más por lo que yo quiero, por lo que yo debo tener, y cosas por el estilo. Ese camino conduce inevitablemente a la regresión. Meister Eckhart vio esto claramente en su enseñanza de sich lassen, abandonarse. Él insiste una y ota vez en que toda la miseria proviene de desear las cosas a nuestro modo personal. Dice, por ejemplo:
Puedes no saberlo, y puede no parecértelo así, pero la única fuente de inquietud en ti es tu voluntad personal, sea que te hayas dado cuenta o no.
Debemos descubrir de Dios mismo cuál es su voluntad. Hablando en general, la voluntad de Dios es que abandonemos nuestra voluntad. .. En realidad, a menos que abandonemos sin reservas nuestra voluntad, no podemos colaborar con Dios en absoluto...
Meister Eckhart está aquí estableciendo un hecho empírico psicológico en lenguaje religioso. Nunca podremos experimentar o trabajar con el Sí Mismo -esa parte de nosotros mismos que vive como si tuviera siglos por delante- hasta que hayamos sacrificado los deseos unilaterales, miopes, de nuestro yo juvenil...
Cuando Meister Eckhart habla de descubrir la voluntad de Dios, psicológicameente quiere decir lo mismo que Jung cuando mencionó... que el autoconocimiento no se refiere al conocimiento del yo, sino a tomar conciencia del desconocido Sí Mismo...
Un vehículo religioso, colectivo, que nos lleva sin peligro en etapas tempranas de la vida, puede hundirse, e incluso puede tener que permanecer en el fondo del mar, pero no podemos permitirnos perder la esencia de lo que éste contenía. Lo anterior, indudablemente, implica la difícil tarea de reconocer lo desconocido -de descubrir la voluntad de Dios, como Meister Eckhart lo expresó-, lo que parece ser la conditio sien qua non de la renovación en la edad avanzada.
(Bárbara Hannah: El viaje interior)
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