lunes, 3 de junio de 2013

La monstruosidad del mundo tal cual es

"Y creo que se puede decir que si uno de los problemas principales del hombre... es el de reconciliarse en sentimiento, así como en pensamiento, con la monstruosidad del mundo tal cual es, no pudo haberse imaginado una lección iniciática más eficaz que la de estos ritos (los sacrificios humanos de las sociedades agrícolas neolíticas, el paréntesis es mío)... El número de vidas ofrecidas en tales ritos es mucho menor, en proporción a la población, que las sacrificadas en nuestras ciudades en los accidentes de tráfico. Sin embargo, entre nosotros, esas muertes se consideran generalmente como una consecuencia de la falibilidad humana... En el ritual primitivo... basado en el punto de vista de la especie y no en el del individuo, , lo que para nosotros es un "accidente" -a saber, muerte repentina y monstruosa- se coloca en el centro del sistema y se convierte inmediatamente en una revelación de la inhumanidad del orden del universo. Y además, lo que así se revela no es simplemente la monstruosidad del mundo tal cual es, sino este tal cual es como una realidad superior a la sentida normalmente por nuestras facultades poco despiertas: una monstruosidad de ser deseada por dios, y que retiene su forma de ser sólo porque una divinidad... se está actualizando a sí misma a través de todo el despliegue.
Por tanto, podemos terminar diciendo que la mitología es una verificación y validación de lo bien conocido como monstruoso. Se concibe, finalmente, no como una referencia a la historia o a la textura del mundo analizada por la ciencia, sino como una epifanía de la monstruosidad y maravilla de éstas, de forma que ellas, y por tanto nosotros, puedan experimentarse en profundidad.
Y en los sacrificios... de una mitología tal no hay un sentido de do ut des,te doy para que me des. Estos no son regalos, sobornos u obligaciones ofrecidos a Dios, sino representaciones actuales, actuadas aquí y ahora, del sacrificio del propio dios en el principio, a través del cuál él, ella o ello se encarnó en el proceso del mundo..."
(J. Campbell: Las máscaras de Dios)

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