jueves, 14 de marzo de 2013

Hermosamente normales

No tiene ningún glamour, la enfermedad.
La muerte carece por entero de elegancia.
El dolor, la desesperanza, el miedo, se preocupan muy poco de su aspecto.
Es crudo el hospital, y su crudeza no deja lugar para sentimentalismos cortos de vista, ni para compasiones blandas carentes de dignidad.
Pero hay verdad en lo que allí sucede.
Y una clase de humanidad y de belleza que alimentan el alma.
Y, entre la gente que trabaja en él, hay algunos -no muchos, pero sí bastantes- de los seres humanos más hermosos -hermosamente normales- que me ha sido dado conocer.

2 comentarios:

  1. Pintas un hospital tan lleno de verdad, que dan casi ganas de ponerse malo. Fuera la mentira campea a su gusto, y no hay verdad, ni hermosura, ni esperanza

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  2. El hospital es como el mundo: hay de todo. Pero la UCI pone en contacto con la muerte, y eso desnuda a las personas para bien o para mal. Y la gente que trabaja alli vocacionalmente, que no es toda, tiene algo especial.

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