Nada en este mundo puede cambiar el hecho de que las estupideces son estupideces, y la tonterías, tonterías.
De que lo importante, importa, y lo que no lo es, carece de importancia.
De que lo real tiene realidad, peso, raíz y centro.
Y que lo no real, no arraigado, no centrado, se vuela al primer soplo del verdadero viento de lo humano.
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