viernes, 21 de diciembre de 2012

Residentes

El hospital está lleno de juventud.
Por todas partes circulan residentes, de bata blanca, fonendoscopio al cuello, bolis en el bolsillo y placa de identificación prendida.
Por todas partes, caras casi infantiles preocupadas por una responsabilidad enorme.
Es una iniciación durísima, llevar a hombros, antes de los treinta, tanto dolor, tantas vidas humanas, tanta muerte.
Son hermosos, los resis, concentrados y serios, en sus horas y más horas de guardia, en sus interminables sesiones clínicas, en su ir de cama en cama, de consulta en consulta, de urgencia en urgencia.
Son hermosos en su dedicación y su inexperiencia, en su atención y su crónica falta de sueño.
Y son hermosos cuando salen por la gran puerta de cristales, en grupos ruidosos, vestidos de persona normal y camnio de alguna fiesta, de algún concierto, de alguna noche con vino y ligues y canutos.
Hermosos cuando recuperan su vida de chicos y chicas como todos, y aún más hermosos cuando el hospital los pone a prueba con una intensidad difícil de entender para quien no lo haya vivido.
Benditos sean.

(De Historias del hospital)

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