Debemos haberle hecho algo muy malo al mundo, cuando el único día del año dedicado a la inocencia se ha convertido en motivo de broma de dudoso gusto.
Hay en esa inocencia escarnecida una fuerza limpia, íntima y frágil, capaz de mover el corazón y devolverlo a su ser carne, si se lo permitimos.
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