Manos capaces
de crear,
de infundir orden
allí donde las pones,
sumergidas
en la pura materia,
en el ser de las cosas,
que obedecen
cuando tú las liberas
de su inercia.
Tienes,
mi amor,
el don
de devolver sentido
a lo que había olvidado que lo tiene,
de dar forma al pasado,
de construir presente,
de cuidar lo que existe,
de ponerte al servicio
de lo que tú no eres,
de los que somos otro,
de lo que tienes cerca
y te toca,
y te encuentra
en tu infinita masculinidad,
en tu dedicación
y tu escondida,
hosca,
preocupada,
humilde
madurez.
A.S.
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