viernes, 13 de junio de 2014

Caminar

Ayer me hablaron de un hombre que, un buen día, se despidió de los suyos, cogió una mochila, salió a la puerta de su casa y echó a andar.
Una vez, hace mucho tiempo, yo tuve un sueño en el que hacía exactamente eso.
Sin prisa. Sin objetivo. Sin nada más que perturbara la pureza del hecho.
¡Caminar! ¡Caminar!
Aún recuerdo la alegría, la libertad, la ligereza como de vuelo.
Llegará, si Dios quiere, el tiempo en que lo realice.

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