Llegó tan hondo,
tan honda fue la herida,
que atravesó la piedra,
la carne roja y dura
del corazón,
los huesos de los años,
las paredes de todo lo que supe,
el entramado de lo que tenía,
la piel impenetrable de la pena,
para llegar a nadie que yo sea.
A nadie que conozca
como mía.
A.S.
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