"La diferencia entre el teísmoo y el ateísmo no es si uno cree o no cree en Dios, y es una cuestión aplicable a todo el mundo, tanto budistas como no budistas. El teísmo es una profunda convicción de que hay una mano a la que agarrarse: si hacemos las cosas adecuadas, alguien nos apreciará y cuidará de nosotros. Implica pensar que siempre habrá una niñera disponible cuando la necesitemos, y así tendemos a abdicar de nuestra responsabilidad y a delegar nuestra autoridad en algo externo a nosotros. El ateísmo es relajarse en la ambiguedad e incertidumbre del momento presente sin tratar de echar mano de algo que nos proteja... El ateísmo es tomar plena conciencia de que no hay ninguna niñera con la que puedas contar. Cuando consigues un buen niñero o niñera, al poco tiempo se va. El ateísmo es darse cuenta de que no son sólo las niñeras las que vienen y van. Toda la vida es así. Esa es la verdad, y la verdad resulta incómoda.
Pero para quienes buscan algo a lo que aferrarse, la vida resulta aún más incómoda. Desde este punto de vista, el teísmo es una adicción: Todos somos adictos a la esperanza. A la esperanza de que la duda y el misterio desaparecerán. Esta adicción tiene un efecto doloroso sobre la sociedad, y una sociedad basada en muchas personas adictas a tener un suelo bajo los pies, no es un lugar muy compasivo.
La primera noble verdad del Buda es que el hecho de sufrir no indica necesariamente que algo esté equivocado. ¡Qué alivio! Por fin alguien dijo la verdad. El sufrimiento es parte de la vida y no tenemos que sentir que ocurre porque hemos hecho un movimiento equivocado a nivel personal. Pero, en realidad, cuando sufrimos, solemos pensar que algo está mal. Mientras seamos adictos a la esperanza, sentiremos que podemos matizar nuestra experiencia, o animarla, o cambiarla de alguna manera, y seguiremos sufriendo mucho."
(Pema Chodron)
No hay comentarios:
Publicar un comentario