No tenia ningun problema con el desacuerdo. Pero, a lo largo de su vida, habia ido aprendiendo, a fuerza de dolor, a no tolerar conductas resentidas, vengativas o inspiradas en el deseo de hacer danno, por triviales que aparentaran ser. De modo que, cuando las detectaba, sencillamente daba media vuelta y se marchaba. Sin mas.
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