(a P.)
Se cruza con respeto,
el sexto umbral.
Con un poco de miedo,
con asombro
de recorrido largo,
de llegada
a donde nunca se pensó.
Mas no es Itaca
el puerto
de arribada.
Itaca sigue
detrás del horizonte,
ahora y siempre
inalcanzable para nuestros pasos.
Es sólo otra ciudad
-otra de tantas-
la que al caer la tarde
nos recibe.
Y nubla la mirada
cierto cansancio,
tal vez cierta amargura,
al comprender
-al fin se acaba
por comprender-
que no hay más que caminos
que conducen a puertos
que nunca son Itaca.
Pero sigue habiendo paisajes
por contemplar, mares
calmados o salvajes,
hombres
y mujeres
a cuyas almas
asomarse,
moradas
generosas
donde descansar,
hoy
y tal vez parte
de mañana.
Sigue habiendo viaje
y más viaje
y todavía
más viaje,
hasta que un día
del invierno remoto
de un lugar como todos,
salgan
para nosotros
las estrellas.
A.S.
Que bello.
ResponderEliminarGracias, César.
EliminarCruzaré ese umbral en unos meses...