Los problemas y las tareas que demandan esfuerzo y atención no parecen acabar nunca. Se suceden unos a otros como se enredan las cerezas al sacarlas de una cesta. Así es la vida, o al menos, así es mi vida, y eso no aparenta tener intención de cambiar. Valorar, pues, los periodos de calma como los preciosos regalos que son. Y re-novarme en ellos.
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