viernes, 21 de marzo de 2014

Del hospital

Jornada a jornada, vida a vida, muerte a muerte, el hospital va labrando calladamente la tierra de mi alma. Pero algo no me deja hablar de lo que allí sucede. De lo que allí me sucede. Un cierto pudor. Un cierto respeto reverente ante algo tan íntimo y profundo, tan sutil y terrible, tan real y crudamente verdadero. No me siento con derecho a contar de aquéllo que no es mío, de lo que no me pertenece aunque tenga tanto de mí y ponga tanto en mí. Pero puede que algún día, no sé cuándo, sea el propio hospital el que decida hablar. Y sean entonces sus historias las que se cuenten a si mismas a través de mi pluma. De una pluma todo lo silenciosa y transparente que yo pueda lograr.

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