Hablaba con X., recién llegado del Sudeste asiático, de algo que también yo observé hace muchos años viajando por países de creencias reencarnacionoistas: la falta de respeto, la crueldad, incluso, hacia la vida animal. Morir, te dicen, no es más que cambiar de cuerpo.
Change the body. ¿Qué problema, pues?
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