sábado, 28 de diciembre de 2013
El centro vulnerado
La vida podia seguir como si no hubiera ocurrido nada, la tersa superficie sin una sola
grieta, rotura, aranazo que delatara, a los ojos de alguien que observara con atencion,
el cataclismo silencioso que lo habia dejado todo vacio.
La vida se parecia mucho a si misma, excepto en los pequenos detalles, las sutiles ausencias
de la mirada, los mas frecuentes ensimismamientos, casi naturales en alguien tan
decididamente introvertida.
Pero ella caminaba sola por dentro, la mayor parte del tiempo. Caminaba por dentro sin poder
evitarlo, apartando como al descuido las espesas capas de incredulidad, resentimiento,
dolor incluso, dejandolo todo atras y fuera, lejos y olvidado, para acercarse al lugar que
la hermanaba a todas las mujeres. A todas las mujeres que, desde el principio de los
tiempos, habian abierto el centro intimo, vulnerable, infinitamente fragil, para ofrecerlo
como un regalo, como una copa llena de ellas mismas, como lo que se entrega con una
confianza infantil.
Es algo muy precioso, eso que entregan las mujeres. Es algo muy sagrado y tierno,
liviano e inasible como el agua, serio y profundo como el profundo corazon de la tierra.
Y caminaba por su alma hasta sentarse en ese sitio profanado, en ese sitio herido de
una manera que lo cambiaba todo, que lo dejaba todo sin remedio posible, en medio de una
vida cuya superficie seguia casi igual.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
... casi igual. Un beso Amelia y bendiciones
ResponderEliminarEn nuestra vulnerabilidad está la fuerza, en esa capacidad de entender, de comprender lo que no es monolítico y en la manera en que nos enfrentamos a los cambios.
ResponderEliminarPor cierto, supuestamente el año ha cambiado pero de momento, yo no lo noto.
De todos modos, te deseo un sueño para cada día y que tu búsqueda permanente del centro del sufrimiento no te deje ciega para la felicidad. Seguro que no. Abrazos mil.
Os quiero, sennoras.
ResponderEliminarY os agradezco vuestra presencia. Vuestra... mirada.
Si es por mirada, Amelia querida, la mía la vas a tener encima todo el año, porque leerte me enriquece y me acerca a ti mientras llega el tan esperado momento en que podamos encontrarnos en el punto -equidistante o no- en que por fin logremos abrazarnos.
ResponderEliminarA mi me enriquece la certeza de esa mirada.
ResponderEliminarY nos veremos. Hagamos que sea este anno.
Un abrazo, Carmen.