Por las mañanas, cuando salgo a la calle, aún queda noche en los tejados.
El otoño se va comiendo lentamente los amaneceres tempranos salpicados de sol.
Y hay nubes estos días. Nubes negras, de agua.
Pero pasan.
Pasan y no descargan.
No limpian.
No dejan que se asiente, por fin, el frescor del otoño.
Dentro y fuera.
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