Para la psicología profunda, el proceso de individuación comienza -y, añado yo, avanza- con un dilema irresoluble, en el cualquier decisión se vuelve imposuble. Si, en lugar de tratar de improvisar una salida, se aguanta la tensión entre los opuestos, entonces -deo concedente- puede aparecer el tertium nos datur, el camino inesperado más allá de esos opuestos.
O, dicho en otro lenguaje, cuando ante un dilema no se puede ir en ninguna dirección, lo único que queda es profundizar. Y ahí comienza... algo que nos lleva más adentro, en nuestro encuentro con nosotros mismos.
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