En estos últimos días, dos amigas diferentes, que no se conocen entre sí, me han hecho llegar unas cuantas imágenes que han funcionado como máquinas del tiempo para transportarme a un pasado que, para mi sorpresa, deleite y... nostalgia, ha emergido, prístino y sin mácula, a la convocatoria del recuerdo.
Gracias.
El viejo Instituto.
Un lugar, un tiempo y unas gentes herrnosos, irrepetibles...
La que fui a los veinticinco años.
En mi primera casa independiente.
Un refugio alto y claro, en la zona vieja de la ciudad, con grandes balcones asomados a tejados antiguos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario