Son del alma
las manos
cuando tocan
el mundo
de barro a barro,
cuando peinan
la cabellera loca
de los vientos,
cuando aventan
las semillas del agua,
la liquidez dorada
del cereal,
la dulzura caliente
de la tierra.
Son del alma
las manos
cuando el alma
quiere tocar el alma
hecha carne
del otro,
manos
súbitamente graves,
profundas,
contenidas,
en el acto sagrado
de la caricia.
A.S.
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