"Hay siempre un problema de sufrimiento -de soledad, aislamiento, culpa y enemistad por parte de otras personas- cuando comienza a emerger el Sol. Si negamos este proceso de sufrimiento, necesitaremos siempre encontrar afuera un dragón sobre quien proyectar nuestro propio dolor.
La imagen mítica de la crucifixión es uno de los símbolos más poderosos de nuestro aislamiento y nuestra alienación en la saturnina cruz de la materia. En este estado nos hallamos sin padres y desamparados. No hay hogar a donde retornar, ni abrazo que nos consuele, ni grupo u organización que pueda servir de paliativo. Es el puro estado existencial de "yo soy", que puede decirnos mucho acerca de por qué el Sol sólo emerge realmente en mitad de la vida, cuando la persona es lo bastante fuerte y está lo suficientemente formada como para afrontar el reto. El problema de la soledad, que acompaña siempre a cualquier expresión individual... reúne nuestras mayores angustias sobre la separación y la pérdida, porque siempre existe el riesgo de que, si emergemos, ya nadie pueda amarnos. Por eso, la batalla con el gemelo oscuro, la lucha con el dragón y el desmembramiento o la crucifixión son imá genes del hecho de asumir la carga del propio ser independiente, que es la primera etapa importante del viaje solar. Entonces, el héroe está equipado para perseguir el auténtico objetivo de su búsqueda, porque ha demostrado que puede valerse solo."
(Liz Greene)
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