viernes, 9 de mayo de 2014
Giegerich y la posesión por el animus
Según Ezquenazi, para Giegerich, el dios colectivo de nuestro tiempo, el dios que llama a la puerta del alma de nuestro tiempo, es uno al que nadie quiere abrir: el nihilismo. Y está aquí para quedarse.
Tiendo a coincidir con Ortega, el autor de la Bitacora de la Odisea, en que, si la psicología de Hillman está tomada por el ánima, la de Giegerich lo está, como el tiempo al que alude, por el ánimus.
Y esa unilateralidad la convierte -lo convierte- en un desierto.
Fascinante, pero imposible para construir allí un hogar.
Y es que el verdadero territorio del alma sigue siendo el que abre la coniuctio. En lo personal y -aún más importante- en lo social.
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