domingo, 20 de abril de 2014
De mística y de ascesis
Plantea el maestro Silo -y recuerdo haber leído en Guenon algo parecido- una importante distinción entre los caminos de la ascesis y los de la mística, siendo los primeros aquéllos por los que recomienda transitar a sus discípulos.
Según la conceptualización del Negro, la ascesis tendría que ver con una práctica sostenida orientada hacia un fin concreto, y con una metódica capaz de indicar con precisión en qué nivel del proceso se encuentra el practicante en cada momento.
La mística, por el contrario, buscaría una actitud receptiva, pasiva en cierta forma y abierta a "lo que venga" de adentro y de afuera. Un dejarse ir en la confianza de que el proceso irá llevando... a donde sea que tenga que llevar.
Me temo que, aún comprendiendo que no existen caminos puros, y que en todos se dan momentos de lo uno y de lo otro, el mío tiene más que ver con lo segundo que con lo primero, pese a la diferente preferencia de un Silo o un Guenon,
Y no, desde luego, porque yo haya hecho elección alguna, sino porque, así me lo parece, es el camino el que escoge al caminante, sin que éste sepa bien por qué ni tenga nada que decir al respecto.
Es el camino quien te escoge, en mi experiencia, y es este sendero valle, este territorio del yin y el no saber, el que me conduce por sus paisajes, sin que yo haga otra cosa que oponer la menor resistencia que puedo, y probablemente, ni siquiera eso.
Una mística extraña, ésta a la que me refiero, cotidiana, terrenal y arraigada, con pocas pretensiones y ningún conocimiento de a qué conduce todo esto.
Un "hágase en mí según su palabra" que nada sabe de qué palabra es esa y mucho menos de qué o quién es el que la pronuncia.
El único lugar por el que puedo transitar, aún caminando a ciegas, en el acierto o el error -de existir tales cosas-, pero con el acuerdo íntimo del alma.
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