En ocasiones ocurre saber que estamos ante un gran hombre.
Y sobrevienen la humildad y el respeto.
Esos con los que también él trata al mundo.
Dieter Baumann es un hombre sencillo. Sencillo hasta la transparencia.
Y complejo. Refinadamente complejo y sutil.
De una elegancia de espíritu suprema.
Totalmente ajeno a los jueguecitos manipulativos de poder, imagen y seducción a los que tan aficionado es el ego.
Sabio. Austero. Atemporal.
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